Hace poco tuve que
llevar mi móvil a reparar por un pequeño problema técnico, lo que me dejó sin
esa extensión del cuerpo humano durante unos días. Tuve la sensación de viajar
al pasado. De pronto ya no estaba conectado con la familia, ni con los amigos,
ni con el resto de la sociedad a través de los distintos servicios que ofrecen
las redes sociales: Whatsapp, Messenger, Facebook, Twitter… Como los números de
teléfono están todos almacenados en el llamado Smartphone, cuyo significado es
“teléfono inteligente” (¿inteligente, un teléfono?), ya no nos molestamos en
saberlos de memoria, ni anotarlos en una agenda “manual”. Me tocó sufrir la
inexistencia de cabinas públicas en las calles, “porque ya todo el mundo tiene
un móvil”, y tuve que hacer algunos desplazamientos para temas que antes
solucionaba con una breve llamada, echando mano al bolsillo.
Muchos de los
artilugios de hoy día nos hacen la vida más fácil, o eso pensamos. El problema
viene cuando ya estamos habituados a ellos y de pronto dejan de estar operativos.
Al móvil nos hemos acostumbrado en España a la velocidad del rayo. Nuestro país
lidera en el conjunto de la UE la penetración del Smartphone, con un 88% de
este tipo de teléfono sobre el total de móviles, diez puntos por encima de la
media europea, y segundo del mundo, detrás de Singapur, que tiene el 92%. También, el
acceso a Internet lo realizamos desde el móvil de manera mayoritaria.
Según una encuesta de
Consumo Móvil, más de la mitad utiliza este dispositivo los primeros y últimos
15 minutos de cada día y se conecta a redes una media diaria de 41 veces. La Wi-Fi
en el hogar y en el lugar de estudio o trabajo suele ser el método más habitual
de conexión. Los servicios de voz, 79%, son los más utilizados, casi igual que
los de mensajería, 78%, un 27% más que la media europea. Será porque aquí somos
más comunicativos. Lo cierto es que se produce la paradoja de que esta
tecnología nos acerca a los que están lejos, pero nos aleja de los que están
cerca.
Todos recordamos ver
grupos de personas en locales de hostelería, aparentemente juntas y muchos
mirando al móvil. Nos hemos acostumbrado a ver gente esperando al transporte
público o en una cola y la mayoría, interactuando con el móvil. Llega un
momento en el que, como con tantas otras cosas, hemos de preguntarnos hasta qué
punto nos son útiles o nos hemos creado una dependencia de ellas. En ocasiones
aparecen noticias de personas, sobre todo jóvenes, que alcanzan grados que
pueden considerarse patológicos. Quizá unos días sin móvil nos ayuden a
percatarnos de si hemos caído en sus “garras” o simplemente es un medio que nos
ayuda a comunicarnos lo necesario, y si nos falta nos altera sólo en eso.
Publicado en:
http://elcrisoldeciudadreal.es/2016/05/03/113165/movil-servicio-dependencia/
http://www.clm24.es/opinion/casimiro-pastor/movil-servicio-dependencia/20160503104654115773.htmlg
http://imasinformacion.es/not/17715/el-movil-servicio-o-dependencia-/
Lanza de Ciudad Real. Pág 30 de opinión. 04-05-2016.
Publicado en:
http://elcrisoldeciudadreal.es/2016/05/03/113165/movil-servicio-dependencia/
http://www.clm24.es/opinion/casimiro-pastor/movil-servicio-dependencia/20160503104654115773.htmlg
http://imasinformacion.es/not/17715/el-movil-servicio-o-dependencia-/
Lanza de Ciudad Real. Pág 30 de opinión. 04-05-2016.
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