Se sorprende el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, de que mientras
en los demás países de la UE todo lo relativo a Venezuela pertenezca a
Exteriores, y aquí las derechas opositoras se lo tomen como un asunto interno.
Es como si se tratara de la decimoctava autonomía. Además les pide que, al
tratarse de un asunto de Estado, dejen de atacar al gobierno con ese tema.
Incluso cuando Sánchez ha criticado abiertamente a Maduro, objetan que lo hace con
la boca pequeña. Vamos, como reza la letra de la antigua canción: «Ni contigo
ni sin ti tienen mis penas remedio, contigo porque me matas y sin ti porque me
muero».
La situación en aquella nación hermana ha devenido en insostenible, no ya
solo en lo político, sino en lo económico y en lo social. El pueblo lo está
pasando mal. Son numerosas las personas que se han marchado del país, también de
las clases medias y, sobre todo, de las adineradas; se han ido estableciendo en
otros países, de los que España, y Madrid especialmente, son destinos
preferidos. De hecho, el barrio de Salamanca de la capital se ha convertido en
objeto del deseo de las grandes fortunas y si ya estaban los precios por las
nubes han pasado a la estratosfera, impulsados por la fuerte presión compradora
de esas autoexiliadas clases pudientes venezolanas.
Las elecciones de 1993 auparon a la presidencia a Hugo Chávez, quien lanzó
la Revolución Bolivariana. Creó la Asamblea Constituyente en 1999 y redactó una
nueva constitución nacional. Se mantuvo en el poder, tras vencer en sucesivas
elecciones, hasta su fallecimiento en 2013, año en el que Nicolás Maduro obtuvo
una ajustada victoria electoral. Ahora sigue en el poder gracias a una serie de
triquiñuelas políticas, caminando por el difícil filo entre lo que es o no
constitucional.
Desde el pasado día 5 de enero, Juan Guaidó ejerce como presidente de la
Asamblea Nacional, con mayoría opositora. El caso es que usando la «cocina
política» al estilo de Maduro pero en sentido contrario, con la Constitución
como attrezzo, se ha proclamado
presidente interino de Venezuela para convocar unas elecciones. Apoyado por los
EE.UU., parte de la UE (incluida España) y diversos países, Guaidó y sus
seguidores están echando un pulso a Maduro y los suyos, a quienes apoya (de
momento) el ejército. También Rusia y China, principalmente, los apoyan.
Cabría preguntarse cuál es el interés de la derecha española hacia
Venezuela, pero sabiendo de su afán privatizador y de las futuras inversiones
del IBEX35 en aquel país, es fácil colegir que desean servirles cuanto antes una
porción de ese pastel de rica miel. Por otra parte, el interés de los EE.UU.
parece evidente: el petróleo, del que esa nación tiene una de las mayores
reservas del mundo. El pueblo venezolano quiere cambio, proclama Guaidó, pero
quizá nadie les está explicando en qué va a consistir ese cambio y a cambio de
qué.
Publicado en:
https://www.lanzadigital.com/opinion/la-decimoctava-autonomia/
https://dclm.es/opiniones/3839/la-decimoctava-autonomia
https://www.clm24.es/opinion/casimiro-pastor/decimoctava-autonomia/20190203214004234031.html
http://imasinformacion.es/not/24244/la-decimoctava-autonomia/
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