"La libertad no se regala, se conquista" (Meret Oppenheim). Así ha sido a lo largo de la Historia y lo que está sucediendo últimamente en varios países árabes es la muestra más reciente de ese aserto. Los regímenes dictatoriales, unas veces caen por la muerte del cabecilla, otras por presiones e intereses internacionales, o bien por la acción popular. Lo que tienen en común los dictadores es que se creen unos salvapatrias: yo o el caos. También, normalmente, "sufren" un extraordinario enriquecimiento familiar y también quienes están a su alrededor. Recuérdense las recientes noticias sobre lo que se han llevado los dictadores africanos que ya han caído.
Con motivo de las noticias sobre lo que se está viviendo en esos países árabes, algunas personas comentaban estos días cómo es que en España no tuvimos los arrestos que está teniendo la población de esas naciones. Quizá no sea tan comparable la situación en 2011 de esos territorios con la que tuvimos aquí desde el final de la guerra civil hasta la transición. Llegados a este punto, para quienes gustan hablar de crisis, según Ramón Tamames hasta el año 1955 no se alcanzó en España el PIB existente en el año 1935.
Lo cierto es que, aún con el sobresalto de la intentona golpista del 23 de febrero de 1981, España siguió adelante y ahora somos un país respetado en la esfera internacional, integrado en la Unión Europea y otros organismos supranacionales, y con una democracia al uso en el ámbito geográfico, cultural y económico al que pertenecemos. La actual circunstancia de crisis, como sabemos, no es exclusiva de España y, al igual que otras naciones, estamos haciendo los esfuerzos que nos tocan para salir de ella. Ya el FMI (Fondo Monetario Internacional), en un informe de hace un par de meses, pronosticaba para 2013 en España un crecimiento por encima de la media de los países de la UE. Esa es una buena noticia de la que espero nos alegremos todos.
Lo que está ocurriendo en la franja nordeste africana y en parte del Oriente Medio, con la población civil jugándosela en demanda de libertades, tiene su máximo exponente en Libia, donde el empecinamiento de Gadafi por mantenerse en el poder, está llevando a su pueblo no solamente a una guerra civil, sino a lo que ya se califica de genocidio y que probablemente será juzgado en el Tribunal Internacional Penal de la Haya. En este mundo globalizado, y al tratarse de un país con reservas energéticas, nos está afectando, además de las preocupaciones de carácter humanitario, también de manera directa en nuestros bolsillos. Está por ver su evolución en el más inmediato futuro. Esperemos por el bien de todos, una solución del problema cuanto antes, y también que no sea un palo en la rueda de la recuperación económica que ya se atisba en el horizonte.
Publicado en:
http://www.dclm.es/news/120/ARTICLE/90773/2011-02-27.html
http://www.lanzadigital.com/opinion/libertades-19659.html. 28-02-2011
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