Con el título de esta
crónica no pretendo traer a colación la canción del mismo nombre, interpretada
por las bandas de música del ejército español desde hace muchos años. Tan solo quiero
destacar un hecho que me llamó la atención el pasado domingo, con motivo del
partido de fútbol televisado entre el Betis y el Barça, en el Benito Villamarín
de Sevilla: al filo del descanso, las cámaras enfocaron hacia un grupo de
aficionados del club sevillano. La mayoría lucía bufandas y otros abalorios
propios del club, agitándolos al viento; por cierto, los colores béticos
coinciden con los de la bandera autonómica andaluza. Un solo aficionado agitaba
una banderita española, a modo de talismán, apuntando hacia un grupo de futbolistas del
club catalán.
Me imagino a esos
jugadores, si es que la vieron, juzgándola con la indiferencia de un elemento
extra deportivo en aquellos momentos. Verían con la normalidad de un equipo
visitante todo cuanto tuviera que ver con la afición del campo rival. Estoy
seguro de que ese aficionado se sentiría orgulloso de lo que estaba haciendo y
veo normal que estuviera igualmente orgulloso de nuestra bandera, la de todos.
Pero yo me pregunto por su actitud: ¿Qué
pretendía ese aficionado azuzando nuestra bandera hacia unos
futbolistas, como si de una película de Drácula se tratara, mostrando el
crucifijo al vampiro para conjurar el mal?
Algún lector puede
pensar, y no le quito la razón, que ese club de fútbol puede haber tenido
veleidades que se pueden interpretar como próximas al independentismo catalán.
Entiendo que no se deben de mezclar churras con merinas, como decimos en La
Mancha. Una cosa es el deporte y otra muy distinta es la política, y cada uno
tiene y debe de tener su propio espacio. El F.C. Barcelona sabe o debe de saber
que tiene aficionados que trascienden a Cataluña; es más, trascienden a España.
Hay aficionados en muchos países, incluso en otros continentes. También los
jugadores son de diversas procedencias mundiales. Así pues, utilizar el Camp
Nou para temas de política local o autonómica con ocasión del fútbol no parece
lo más adecuado.
Distinto es cuando se
trata de un partido de la Selección, que representa a España. En general, vamos
a centrarnos todos y a defender nuestros colores en los campos de fútbol; los
colores de nuestros equipos, naturalmente. Los colores políticos tienen otros
ámbitos, que por cierto son muy amplios. Dejemos al deporte lo que es del
deporte, a la política lo que es de la política, al César lo que es del César y
a Dios lo que es de Dios.
Publicado en:
http://dclm.es/shh.php?id=3500
http://www.clm24.es/opinion/casimiro-pastor/banderita-espanola/20170201084124145422.html
http://www.lanzadigital.com/news/show/opinion/la-banderita-espanyola/110839
http://imasinformacion.es/not/19588/la-banderita-espanola/
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