Montesquieu
aseveró que cuando el infortunio se generaliza en un país, se hace universal el
egoísmo. Quizá habría que añadir que también se universaliza la generosidad.
Digamos que en situaciones como la que estamos viviendo, sacamos el Quijote y
el Sancho que cada uno llevamos dentro, y uno de los dos es el que gana la
partida en según qué momento. Lo cierto es que el hito histórico que marca el
Covid-19, supondrá un antes y un después a escala planetaria. De
momento, ya hemos aprendido algunas cosas:
Este virus ha pulverizado las fronteras. Nos
hemos quedado como los troyanos cuando les metieron el famoso caballo de madera,
al darnos cuenta de que teníamos en nuestro ámbito un virus que hacía solo unas
semanas estaba tan lejos como la ciudad china de Wu-han, donde apareció por
primera vez.
Nos hemos quedado como San Pablo cuando se
cayó del caballo, camino de Damasco, hemos visto la Luz. Hemos empezado a
valorar lo que teníamos y no le dábamos importancia, porque era lo normal,
cuando nos hemos visto obligados a confinarnos en nuestras casas. Nosotros, que
somos un país al que le encanta la calle, los saludos, los abrazos, los besos, los
bares, las fiestas, las tradiciones…, en casa. Y si salimos, solo para lo
permitido, con mascarilla, guantes y mirándonos a distancia y de reojo.
Hemos aprendido a tele reunirnos, a
teletrabajar, a tele firmar… Habrá que valorar todo eso cuando esto pase. El
ahorro en tiempos, en combustibles, en contaminación, etc., supone un auténtico
respiro para el planeta y una mayor conciliación familiar y personal.
Nos hemos preguntado el porqué de tantas
armas nucleares y tanto gasto en defensa para luchar contra un enemigo grande, cuando
resulta que había que invertir en Sanidad y en Investigación para luchar contra
un enemigo muy pequeño, pero con muy mala leche. Ahora es cuando se demuestra más
que nunca la utilidad de nuestra Sanidad Pública, que otros se empeñan en
privatizar.
Es curioso, nos hemos tapado la boca y se
nos ha caído la venda de los ojos. Nos hemos dado cuenta de que podemos vivir
sin fútbol, pero no sin personal sanitario, investigador, transportista,
reponedor... y nos empezamos a preguntar el porqué de esa diferencia sideral
entre lo que cobran unos futbolistas (los privilegiados) y los demás. ¿Porque
nos entretienen? Pues habrá que buscarse otras alternativas de entretenimiento.
Nos hemos dado cuenta de la inutilidad de
las tiranteces de ciertas políticas autonómicas. Y ha vuelto a quedar patente
el buen y el mal político en cada ámbito, el central, el autonómico y el local.
Se ha visto claro al político o política estadista, con independencia de su
ámbito, y al carroñero; al que piensa en la ciudadanía y al que piensa en lo
suyo.
A la hora de escribir esta crónica estamos
todavía sin doblegar la famosa curva. Cuando estemos en la lenta bajada y,
sobre todo, cuando esto se termine porque hayamos vencido, como es seguro que
haremos, será el momento de hacer cuentas. Cuentas del coste en vidas, del
precio que esta sociedad tendremos que pagar y de poner a cada uno en el sitio
que se haya ganado.
Publicado en:
https://dclm.es/noticias/98423/lo-que-nos-ensena-el-covid-19
http://imasinformacion.es/art/28158/lo-que-nos-ensena-el-covid-19
https://www.clm24.es/opinion/casimiro-pastor/lo-que-nos-ensena-el-covid-19/20200326085858274189.html
https://www.lanzadigital.com/opinion/lo-que-nos-ensena-el-covid-19/