El reciente caso de la muerte del niño Gabriel en Almería, presuntamente a
manos de la compañera de su padre, ha provocado una ola de indignación en todo
el país. Aún se están investigando los motivos y otras posibles circunstancias.
A las puertas de la Comandancia de la Guardia Civil, donde se encontraba
detenida la presunta autora del crimen, se escuchaban gritos de «asesina, que
la saquen aquí, pena de muerte, ya…». Es normal y es humano el sentimiento de
dolor, de rabia y de desesperación; pero la madre pide que se eviten esos
sentimientos negativos y quedarse con la ola de solidaridad que el caso despertó.
Declara ser el mejor recuerdo con el que se puede quedar, como le gustaría a su
«pescaíto». Nobles sentimientos, nobles palabras las de una madre rota por el
dolor por la pérdida de su hijo en tales circunstancias.
Estos días se debate en el Congreso la prisión permanente revisable, cuya
derogación piden los partidos de izquierdas, mientras que los de derechas quieren
su continuidad y más ahora en caliente, así como por otros lamentables casos de
crímenes recientes. Con independencia del resultado de la votación, el Tribunal
Constitucional debe pronunciarse sobre la constitucionalidad de ese tipo de
pena, pues podría ser una suerte de cadena perpetua, no contemplada en la
Constitución, tal como plantean los partidos denunciantes. Nuestra Carta Magna
aboga por la reinserción del reo, por eso no establece la condena de por vida. Distinto
sería si se modificase la Constitución para admitir este nuevo tipo de
condenas. Esperemos el veredicto.
No está demostrado que, por ejemplo, la pena de muerte tenga efecto
disuasorio. Estudios, como el de la Academia Nacional de Ciencias de Estados
Unidos, concluyen que no hay ninguna evidencia de que la pena de muerte reduzca
los crímenes. No evita que se produzcan tiroteos con matanzas masivas de inocentes en
centros comerciales, de enseñanza o de esparcimiento, como los ocurridos en
fechas recientes en los EE.UU. Según el penalista Iván González, la cadena
perpetua no evita delitos contra niños. Algunos países islámicos aplican la
Sharia, que contempla castigos desde azotes a la pena de muerte sumaria,
pasando por amputaciones de miembros corporales, algunos de cuyos delitos aquí
ni se contemplan como tales, o se saldarían con una simple multa.
Al final hemos de elegir entre justicia o venganza, en el bien entendido de
que mientras que la justicia es legal, la venganza es ilícita y además genera
injusticia.
Publicado en:
https://www.clm24.es/opinion/casimiro-pastor/justicia-o-venganza/20180313084610196243.html
http://www.lanzadigital.com/opinion/
http://imasinformacion.es/not/22221/justicia-o-venganza/
http://www.dclm.es/noticias/69349/justicia-o-venganza
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