«Haz las cosas difíciles mientras son fáciles y las grandes cosas mientras
son pequeñas». Lao Tse.
Es cierto que hay que reformar el marco constitucional porque se nos ha
quedado pequeño, y cuando lo hayamos agrandado, tendremos uno nuevo en el que cabrán
más cosas. A ello se han comprometido en un plazo de seis meses los dos grandes
partidos de nuestro país. Mientras se llega a ese nuevo ámbito, las reglas del
juego son las que son y nadie se las puede saltar. Se habla, se dialoga, se
espera y se acuerda. No es tan complicado cuando las partes quieren comunicarse,
pues en este caso se emite y se recibe en la misma banda de frecuencia.
La «no-respuesta» del president Puigdemont al presidente Rajoy nos lleva a
un nuevo escenario, con la activación de los plazos del desgraciadamente ya
famoso artículo 155 de la Constitución. Estamos en ese punto del inicio de los
conflictos en el que cada parte pone a la otra unas condiciones «sine qua non»,
aun a sabiendas de que no las cumplirá, arrogándose el 100% de la razón y
vendiéndole a los suyos sus proezas.
Cuánto bien pueden desarrollar los buenos políticos y cuánto dolor pueden
causar los malos. ¡Para que luego se les critique y se les meta a todos en el
mismo saco! Los buenos trabajan para el bien común y los malos, para sí mismos y
su círculo. Ahora bien, hay un tercer tipo de político; este es el más
peligroso, porque es difícil prever sus movimientos y parece darle igual una
opción que otra. Ejemplos de este último tipo los tenemos en ocasiones en la
prensa mundial, no solo en la española, y en la historia. Los de esta estirpe suelen
encontrarse en el origen de los conflictos.
Los nacionalismos nos trajeron un siglo XX con dos guerras mundiales y
otras más locales. Un horror al que no debemos volver, sabiendo de esa experiencia.
Pero últimamente nos encontramos con una parte de nuestras sociedades occidentales
que parece no haber aprendido de la historia; el caso es que están llevando
otra vez la burra al trigo. Ahí están los recientes resultados electorales en algunos
países centroeuropeos, algunas manifestaciones violentas, incluso aprovechando
eventos deportivos… Ahí está, en un ámbito mucho más amplio, Cataluña. ¿Adónde
la están llevando unos cuantos políticos que no parecen ver más allá de sus
narices?
La solución pasa, evidentemente, por la política. Hágase válido lo que
pueda hacerse válido, refórmese lo reformable y haya mesura por parte de todos.
Confiemos en que se imponga el sentido común y la paciencia; en que el «incendio»
catalán se apague (¡lástima de los auténticos incendios en Galicia!) y puedan
sentarse, dialogar y acordar soluciones plausibles para que este gran país siga
siéndolo, en el contexto de la UE al que pertenecemos, y retomemos consciencia
de que unidos somos más fuertes y mejores.
Publicado en:
http://www.lanzadigital.com/opinion/la-constitucion-marco/
http://www.dclm.es/noticias/63729/la-constitucion-como-marco-/-casimiro-pastor-millan
http://www.clm24.es/opinion/casimiro-pastor/la-constitucion-como-marco/20171016221828177163.html
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