lunes, 6 de diciembre de 2021

El Ebro, esa frontera artificial

 Muchos coinciden en que es necesario reformar la Constitución y es probable que con razón. Me pregunto si algunas o muchas de las reformas que se piden no se podrían solucionar con leyes orgánicas; leyes para cuya aprobación hace falta una mayoría muy difícil de conseguir en estos momentos.

El problema para una reforma constitucional es el mismo, con un espectro político tan polarizado. Porque mientras que unos partidos tratan de integrar, de tender puentes, otros se empeñan en dinamitarlos, en dividir. Y da igual a qué lado del Ebro nos situemos, el comportamiento es el mismo. Y los unos realimentan a los otros, en ambos lados.

Lo que no entiendo es qué hace ERC en el ámbito nacionalista. Y no lo entiendo porque "izquierda" y "nacionalismo" no caben en la misma frase. Deberían hacérselo mirar. Recordemos que los nacionalismos nos provocaron unas cuantas guerras el pasado siglo.

Por tanto, malos tiempos para reformas de calado. Tendremos primero que seguir construyendo puentes entre amos lados del Ebro y también hilvanar algunas posturas en cada uno de ambos lados. A ello pueden ayudar, y mucho, los medios de comunicación. Pero no solo, también los partidos y la sociedad en su conjunto.

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https://www.clm24.es/opinion/casimiro-pastor/ebro-frontera-artificial/20211206162912339360.html

https://www.dclm.es/opiniones/4651/el-ebro-esa-frontera-artificial

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sábado, 5 de diciembre de 2020

Allegados

 

Con motivo de las declaraciones del ministro de Sanidad para comunicar a la ciudadanía que podremos visitar en las fechas venideras a familiares y allegados, han puesto en televisión unas cuantas entrevistas (no muy representativas, es verdad) en las que preguntaban a varios transeúntes qué era para ellos un allegado. Las respuestas, que no reproduciré aquí, eran de lo más variopinto y la mayoría daba unas definiciones nada ajustadas a su verdadero significado. Ya sabe el ministro que el lenguaje con el que se comunica un político con la ciudadanía debe ser sencillo, evitando las palabras rebuscadas, así que imagino su sorpresa si ha visto el programa de TV.

 

Con estos niveles de comprensión del idioma de todos los españoles, no es de extrañar que nos cuelen goles por la escuadra y nos quedemos haciendo la estatua en la portería.  Desde posiciones bien estudiadas, hay personas empleadas por no se sabe quién (aunque se sospecha), que fabrican bulos para convencernos de lo que ellos quieren que pensemos. Así, hay quienes se creen a pie juntillas los titulares y ni se molestan en comprobar qué hay de cierto en ello, antes de darle a reenviar y convertirlos en virales.

 

Por ejemplo, no es cierto que con la LOMLOE o ley Celaá se vaya a perder el idioma español; ese derecho está garantizado, como lo estaba antes de la ley Wert. Convive con el resto de las lenguas españolas en los territorios en los que se hablan, porque así se reconoce en la Constitución. Ni se suprimen los colegios de educación especial, ni hay problemas para que el alumnado que elija la concertada pueda acudir a esos colegios, siempre que reúna las condiciones incluidas en la ley. Sin embargo, el mensaje que ha calado es el de los bulos en sentido contrario. La mayoría de quienes han salido a las calles a protestar con sus coches ni siquiera se ha molestado en leer la ley y entenderla.

 

No es de extrañar que desde el gobierno se intente, de momento sin resultado, evitar en la medida de lo posible esa continua fabricación de noticias falsas. Ahora que tenemos unas posibilidades enormes de comprobación de noticias, es paradójicamente cuando más nos engañan. Bien es cierto que nos gusta recibir noticias afines a nuestros gustos, y por eso vemos los canales de TV o leemos la prensa que nos pone aquello que queremos ver o leer. Nos gusta lo que nos afecta a los sentimientos y, cuando estos entran en el campo de juego, la razón sale al banquillo. Y eso lo saben muy bien los fabricantes de bulos, porque conocen las palabras exactas con las que reacciona el personal al que se dirigen. Ojo al dato, que repetía el ínclito José María García.

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https://dclm.es/noticias/109842/allegados




 

viernes, 21 de agosto de 2020

Mascarillas con bandera

 

El uso obligatorio de mascarillas, ante la situación de pandemia que padecemos, ha puesto en el mercado multitud de modelos, algunos de lo más pintorescos. Hay personas para las que lo más importante es el tipo protección que proporcionan y otras, quizá las menos, están más por la moda o por mostrar de alguna manera cómo piensan con respecto a temas de actualidad, ya sean políticos o sociales.

El hecho de que un partido político comenzara a vender a 6€ unas mascarillas verdes con la bandera de España (no sabemos con qué grado de protección), ha propiciado que muchas personas identificaran con ese partido a quienes las llevaban, no sé si por el color verde o por llevar la bandera de todos. Seguramente será por lo primero, porque se ven mascarillas de otros colores que también llevan nuestra enseña nacional. Incluso al presidente Sánchez se le ha visto llevando mascarilla con bandera, la de España, claro.

Se ven personas que portan mascarillas con banderas autonómicas, LGTBI, escudos de algún club deportivo, de alguna sociedad, reivindicativas, graciosas, con bocas pintadas, con ventanilla (estas últimas les vienen bien a las personas sordas para poder leer los labios) … Incluso algunas marcas en la cúspide de la moda se han lanzado al mercado de este adminículo, que no sabemos durante cuánto tiempo más habremos de llevar en nuestro rostro.

Si las grandes marcas, que tienen sus métodos de prospección de mercados y sus buenos estudios de retorno de la inversión, etc., han invertido en mascarillas de diseño, se puede colegir que esto va para más tiempo del que quisiéramos. Y los hechos parecen darles la razón, porque las cifras de contagios y la cambiante a más restrictiva legislación, auguran que estamos más cerca otra vez de la casilla de salida y que no vamos a terminar tan pronto la partida. 

Sea como fuere, la mascarilla hay que llevarla, y hay que hacerlo de la manera adecuada (tapando nariz y boca) porque en la barbilla o en el codo (como algunos todavía llevan el casco de la moto cuando circulan) protege poco. Lo principal es proteger a los otros, porque la auto protección si no es FFP2 o superior, no funciona. Si, además, queremos ir a la moda o pregonar nuestras tendencias personales, estamos en un país libre. Ah, y hay que sustituirla de vez en cuando, de momento.

Publicado en:

https://www.clm24.es/opinion/casimiro-pastor/mascarillas-bandera/20200822090440290179.html

https://www.lanzadigital.com/opinion/mascarillas-con-bandera/

https://dclm.es/noticias/105444/mascarillas-con-bandera

http://imasinformacion.es/art/31108/mascarillas-con-bandera

lunes, 20 de julio de 2020

Por qué no se pueden bajar las pensiones


No se pueden bajar las pensiones, por mandato constitucional. El artículo 50 de nuestra Carta Magna consagra: “Los poderes públicos garantizarán mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad”. Aquí conviene recordar que Rajoy subió las pensiones un 0,25% cada año, y que Sánchez en 2019 las subió el 1,6% y en 2020, el 0,9%. Además, las pensiones son derechos adquiridos en el pasado, que no se pueden alterar con políticas del presente ni del futuro.

¿Por qué sacar esto a colación ahora? Porque el primer ministro de los Países Bajos, el Sr. Rutte, en representación de los mal llamados países “frugales”, está con la cantinela de provocar lo que llama reformas en la política de los países receptores de las ayudas de la UE, como consecuencia de la pandemia por la COVID-19. Ayudas que no quiere que sean tales, sino más préstamos que ayudas y con la condición de influir en la política de los Estados receptores. Algo así como convertirse en nuestro presidente del gobierno y en nuestro parlamento, sin haber sido elegido por nuestro país. Así conseguiría aplicar sus políticas de reformas en nuestra Sanidad Pública, en las condiciones laborales, en las Pensiones, en la Educación... Reformas (recortes) que serían bien vistas por la derecha española, que no ganó las elecciones.

En toda negociación, y esta parece que lo es, las partes deben ceder en algo para encontrarse. Quien, de momento, parece más remisa al acuerdo es la parte que representa el Sr. Rutte y eso es perjudicial para el éxito de la negociación. Lo que pretenden es aprovechar las consecuencias de una pandemia para someter a los países más afectados a sus condiciones de usura. Una falta de acuerdo podría provocar un Tsunami de consecuencias catastróficas, incluso de la supervivencia de la propia UE. El Sr. Sánchez, la Sra. Merkel y otros mandatarios europeos están por favorecer el acuerdo, porque no son ajenos a la importancia de lo que está en juego. El presidente Sánchez ya ha apuntado a la necesidad de conceder algunas cesiones.

Parece claro que las políticas que se aplicaron con motivo de la crisis de 2008 no sirven. No sirvieron ni entonces, porque eran políticas trasnochadas, pensando en clave del siglo XX. Los recortes en el sector público sirvieron, sobre todo, para agudizar aún más la crisis y someter a las clases populares a un flagelo injusto, aumentando el paro hasta cifras insoportables (más de 6 millones), la pobreza infantil (29,9%, solo superada por Rumanía), la pobreza energética, el éxodo de nuestro jóvenes mejor preparados, la destrucción del tejido investigador universitario… A los siete años del estallido, se produjo el pico. El endeudamiento fue tal que alcanzó la cifra de 400 millones de euros diarios desde que Rajoy había ocupado el cargo de presidente del gobierno. Y a todo esto con el IVA más caro, con los repagos farmacéuticos para los jubilados, con cierre de camas en los hospitales, despidos de personal sanitario, recortes en Educación… Para qué seguir con lo que ya se sabe, pero que debemos tener presente.

Esta vez se debe pensar en clave del siglo XXI y mirando, sobre todo, al futuro. Es la agenda social, el “no dejar a nadie atrás”, que insiste el gobierno, y cuando dice a nadie, es ni a personas ni a empresas. Es que la inversión se centre en desarrollar el Pacto Verde Europeo; es impulsar la digitalización a través de las oportunidades que genera la red 5G. Es que se pueda acceder a oportunidades de mejora en la fabricación inteligente, en la investigación, en la logística, en la movilidad sostenible, en la educación, en los servicios de ocio y entretenimiento... Así, pensando en el futuro, se solucionarán los problemas del presente. Para eso es para lo que nos sirve Europa, esta UE. Y de nuestra Sanidad Pública, que copien y, si son capaces, que la mejoren.

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sábado, 25 de abril de 2020

La nueva normalidad



El término «nueva normalidad» se ha estampado en nuestra sociedad como un mantra. Precisamente, un contrasentido; porque la normalidad es algo que ya viene sucediendo y, si es nueva, no puede ser normal hasta que con el trascurso del tiempo se haga así. Es cierto que entendemos lo que quiere decir, y no es otra cosa que el hecho de que se hayan acabado los tiempos en los que vivíamos de aquella manera, que ya nada será igual, o al menos no lo será tal como transcurría nuestro día a día, y por bastante tiempo. Y nos tendremos que acostumbrar a otras formas de vivir, no nos quedará más remedio.

A veces necesitamos un cachete para darnos cuenta de lo que tenemos delante de las narices. Resulta que teníamos a nuestro alcance una fabulosa tecnología de la que no sacábamos toda su potencialidad. Así, seguíamos estampando nuestra firma en el papel, nos desplazábamos para reunirnos y teníamos que tocarlo todo. Viajes en coche, en avión o en cualquier medio de locomoción, y ahora nos hemos dado cuenta de que muchos de esos viajes no eran tan necesarios. Podemos utilizar la firma electrónica, podemos telerreunirnos, incluso se pueden reparar equipos a distancia, y así tantas y tantas cosas.

Esta nueva situación nos ha hecho agudizar el ingenio, y han surgido nuevas iniciativas empresariales para dar soluciones a las nuevas necesidades. No solo a las necesidades médicas, que ya están desarrollando científicos en todo el mundo, sino soluciones tecnológicas para la vida después de la lenta desescalada que se avecina. Porque las personas que tengan la posibilidad de continuar trabajando, ojalá sean muchas, lo deberán hacer con nuevas medidas de protección, con una ampliación de su esfera o espacio vital. La hostelería se tendrá que reinventar, en ello está, para el aislamiento y protección de espacios en el interior, la superhigiene en la cocina, recuperar la confianza del cliente…, el mundo del espectáculo, las discotecas y tantos lugares de ocio y disfrute. Además, está el pequeño comercio, los autónomos, las PYMES, las grandes empresas, la sociedad entera.

La salida a esta situación es una tarea de dimensiones colosales, que no puede ser abordada más que desde unas instituciones fuertes en lo político y en lo económico: unas dimensiones que trascienden las fronteras nacionales y que han de ser soportadas y apoyadas por la Unión (unión, sí) Europea. Es evidente la importancia que tiene la iniciativa privada, pero en catástrofes todo el mundo echa mano al Estado. Ahora es cuando toma realidad, cuando vemos clara, la necesidad de pagar impuestos. Ahora es cuando nos damos cuenta de lo que querían decir aquellos partidos que ya avisaban en campaña de que pretendían bajar los impuestos. Pongámonos a imaginar el significado de bajar impuestos. Ahora lo entendemos en toda su plenitud.

Por tanto, no queda otra que unirse en lo político para afrontar la tarea de reconstruir la sociedad, atender los tiempos actuales y prevenir los futuros. Actuar de otra manera sería quedarse anclado en siglos pasados, con soluciones trasnochadas, que ya no valen para esta sociedad que, ahora sí, ha dado el salto al futuro.

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miércoles, 25 de marzo de 2020

Lo que nos enseña el Covid-19


  Montesquieu aseveró que cuando el infortunio se generaliza en un país, se hace universal el egoísmo. Quizá habría que añadir que también se universaliza la generosidad. Digamos que en situaciones como la que estamos viviendo, sacamos el Quijote y el Sancho que cada uno llevamos dentro, y uno de los dos es el que gana la partida en según qué momento. Lo cierto es que el hito histórico que marca el Covid-19, supondrá un antes y un después a escala planetaria. De momento, ya hemos aprendido algunas cosas:
   Este virus ha pulverizado las fronteras. Nos hemos quedado como los troyanos cuando les metieron el famoso caballo de madera, al darnos cuenta de que teníamos en nuestro ámbito un virus que hacía solo unas semanas estaba tan lejos como la ciudad china de Wu-han, donde apareció por primera vez.
   Nos hemos quedado como San Pablo cuando se cayó del caballo, camino de Damasco, hemos visto la Luz. Hemos empezado a valorar lo que teníamos y no le dábamos importancia, porque era lo normal, cuando nos hemos visto obligados a confinarnos en nuestras casas. Nosotros, que somos un país al que le encanta la calle, los saludos, los abrazos, los besos, los bares, las fiestas, las tradiciones…, en casa. Y si salimos, solo para lo permitido, con mascarilla, guantes y mirándonos a distancia y de reojo.
   Hemos aprendido a tele reunirnos, a teletrabajar, a tele firmar… Habrá que valorar todo eso cuando esto pase. El ahorro en tiempos, en combustibles, en contaminación, etc., supone un auténtico respiro para el planeta y una mayor conciliación familiar y personal.
   Nos hemos preguntado el porqué de tantas armas nucleares y tanto gasto en defensa para luchar contra un enemigo grande, cuando resulta que había que invertir en Sanidad y en Investigación para luchar contra un enemigo muy pequeño, pero con muy mala leche. Ahora es cuando se demuestra más que nunca la utilidad de nuestra Sanidad Pública, que otros se empeñan en privatizar.
   Es curioso, nos hemos tapado la boca y se nos ha caído la venda de los ojos. Nos hemos dado cuenta de que podemos vivir sin fútbol, pero no sin personal sanitario, investigador, transportista, reponedor... y nos empezamos a preguntar el porqué de esa diferencia sideral entre lo que cobran unos futbolistas (los privilegiados) y los demás. ¿Porque nos entretienen? Pues habrá que buscarse otras alternativas de entretenimiento.
   Nos hemos dado cuenta de la inutilidad de las tiranteces de ciertas políticas autonómicas. Y ha vuelto a quedar patente el buen y el mal político en cada ámbito, el central, el autonómico y el local. Se ha visto claro al político o política estadista, con independencia de su ámbito, y al carroñero; al que piensa en la ciudadanía y al que piensa en lo suyo.
   A la hora de escribir esta crónica estamos todavía sin doblegar la famosa curva. Cuando estemos en la lenta bajada y, sobre todo, cuando esto se termine porque hayamos vencido, como es seguro que haremos, será el momento de hacer cuentas. Cuentas del coste en vidas, del precio que esta sociedad tendremos que pagar y de poner a cada uno en el sitio que se haya ganado.


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http://imasinformacion.es/art/28158/lo-que-nos-ensena-el-covid-19
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https://www.lanzadigital.com/opinion/lo-que-nos-ensena-el-covid-19/

miércoles, 6 de noviembre de 2019

De aquellos polvos...



¿Recuerdan las mesas que puso el PP en las plazas de los ayuntamientos de muchas poblaciones, pidiendo firmas contra el Estatuto Catalán; Estatuto del que ese partido rechazaba artículos similares por los que había votado a favor en otras autonomías, como Andalucía o Valencia? ¿Recuerdan la denuncia que el PP puso ante el Tribunal Constitucional contra ese Estatuto? ¿Recuerdan el ninguneo de Rajoy a Artur Mas y Cataluña desde el momento en que llegó a la Moncloa a finales de 2011? ¿Recuerdan el famoso «choque de trenes» entre Rajoy y Mas, aquella huida hacia adelante que ni el propio Mas quería, pues era más bien una llamada de atención? Hasta aquel momento el movimiento independentista catalán apenas llegaba al 10%, como demostraban una tras otra las sucesivas citas electorales.

Mientras, en el conjunto de España la extrema derecha estaba contenida (de contención y de pertenencia) dentro del propio PP, siendo VOX un partido sin representación parlamentaria. El ninguneo de Rajoy a Cataluña continuó y continuó, provocando importantes cambios políticos en aquel ámbito autonómico: el paso atrás de Mas, la llegada de Puigdemont, de la CUP…, hasta que provocaron el famoso falso referéndum de 2017. Ahí, el gobierno de Rajoy cayó en todas las trampas que le pusieron, cuando hubiese sido algo tan simple como dejarlos y darle validez cero al resultado. No cabía otra posibilidad. No hubiesen tenido ninguna repercusión internacional, y hubiera quedado todo como una farsa democrática, lo que era.

Toda la convulsión que se creó como consecuencia de la acción policial y la actuación de alguna gente, les unió en un sentimiento patrio, como esos hermanos que se pelean entre sí, pero que nadie intente mediar porque se unen contra él. Crecieron los votos independentistas y el sentimiento anti español. Luego vino la «República de los 17 segundos», la huida de algunos políticos, capitaneados por Puigdemont, la aplicación del 155, la detención de otros políticos que se quedaron aquí… y lo demás ya es reciente y sigue y sigue, como el conejito de las pilas.

A la vez, en el resto de España se volvió a extender (como contra el Estatuto) un sentimiento anti catalán, siendo VOX quien supo catalizar ese descontento. Partido de extrema derecha, a quien el conflicto catalán le vino y le viene que ni pintado. Cada imagen de TV con una hoguera en una calle de Barcelona, inflama de intenciones de voto a ese partido de aquellos que no analizan la realidad más allá de las apariencias. Dispuestos a que le reduzcan la pensión, les recorten sus derechos sociales, laborales, sanitarios y de todo tipo. Ya sabemos de qué van las extremas derechas en la historia, y ahora. Recuerden que Hitler accedió al poder en Alemania por medios democráticos, no como sucedió aquí.

Hemos de actuar desde la razón y no desde los sentimientos, pues estos son traicioneros y nos llevan a tomar decisiones equivocadas. Con 155 o con tanques no solucionamos nada. Hacen falta puentes donde se han cortado, entendimiento donde hay discordia, consenso donde hay disenso… Y en eso tenemos que trabajar todos, y cuando digo todos no me estoy refiriendo solo a los políticos, me refiero a usted, votante que lee estas líneas, que razone su voto del día 10 y que el domingo vaya a la urna, por favor.

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https://www.lanzadigital.com/opinion/de-aquellos-polvos-2/