miércoles, 26 de octubre de 2011

Libia después de Gadafi

Después de siete meses de contienda civil, Libia se enfrenta ahora a su futuro tras la muerte del dictador Muamar el Gadafi el pasado día 20 de octubre (a veces las fechas se solapan, pues ese mismo día estábamos en España con el comunicado de ETA). La resolución 1973 de la ONU consiguió a partir de su promulgación, el día 17 de marzo pasado, que la intervención de la OTAN “desde el aire” frenara la masacre que estaba ejecutando sobre la población civil el ejército, a las órdenes del dictador y de sus hijos, en las ciudades sublevadas. Ciudades que se sublevaron debido a la brutal represión ejercida por el régimen gadafista contra las protestas del pueblo, fruto del efecto contagio de la Primavera Árabe, que había empezado en Túnez.

La campaña militar de la Alianza Atlántica, en la que también ha participado España de manera minoritaria, ha estado liderada por el Reino Unido y Francia, pues los Estados Unidos ya tienen abiertos suficientes conflictos y prefirieron delegar en Europa. Se decidió que fuera la aviación quien se hiciera cargo de la ayuda a los rebeldes y que fueran éstos quienes actuaran sobre el terreno, pues una intervención con infantería extranjera no era aceptada por la Liga Árabe y otros países. Resultaba chocante ver las imágenes de televisión con los rebeldes a bordo de coches “tuneados” a modo de caballería mecanizada, cargados con armas de guerra, ir al contraataque o replegarse mientras les acompañaba el paisanaje a modo de infantería.


La ayuda de la OTAN ha sido determinante para darle la vuelta a la tortilla y que los rebeldes se hicieran con el poder en Libia. De momento, un Consejo Nacional de Transición tiene las riendas hasta que se convoquen elecciones en un plazo no superior a un año. La clave está en cómo van a dirigir el país las nuevas autoridades, cuya credibilidad internacional ha quedado en entredicho, sobre todo después de haberse hecho públicas las repelentes imágenes de la captura y muerte del dictador. Debido a la presión internacional, parecen inclinados a autorizar una comisión de investigación que aclare esas circunstancias. Las razones esgrimidas para que la ONU autorizara la intervención en Libia fueron humanitarias, pues se estaba masacrando a la población. Ahora habrá de verificarse si no sucede lo mismo con los vencidos. No olvidemos que si han enterrado a Gadafi, y a uno de sus hijos, en un lugar secreto del desierto para evitar convertirlo en lugar de peregrinaje, es porque cuentan con mucha gente del lado del depuesto dictador.


Ahora quedan las labores de reconstrucción, labores que seguramente se encargarán a empresas procedentes de los países que han ayudado a los rebeldes. En cuanto a los hidrocarburos, quizá una importante razón para la intervención internacional, aunque no se haya manifestado así, ya se han reiniciado las extracciones en algunos de los yacimientos que aún permanecían parados. Al parecer, las cancillerías occidentales están en un compás de espera a ver cómo se desarrollan los próximos acontecimientos. El nuevo gobierno, de tendencia islámico salafista, va a instaurar la Sharía o ley islámica en Libia. Saif al Islam, el hijo de Gadafi que más arengaba contra los rebeldes, ha escapado al desierto y puede contar con el apoyo de las tribus del interior. Las cosas no deben estar lo bastante claras cuando el Consejo Nacional de Transición ha pedido a la Alianza Atlántica que prorrogue un mes más su estancia en el país africano.


Publicado en: http://www.dclm.es/noticia.php?noticia=103844, 26-10-2011.

Publicado en: http://www.lanzadigital.com/opinion/libia_despues_de_gadafi-25706.html, 26-10-2011.

Publicado en Lanza, edición en papel, página 31 de Opinión, 27-10-2011


sábado, 8 de octubre de 2011

Eufemismos

El diccionario de la RAE cita eufemismo como: “Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante”. Me viene a la memoria el nombre que daban los nazis a los campos de exterminio: Campos Familiares. Seguramente sería porque metían allí a toda la familia de judíos. Para más recochineo, sobre la puerta del Campo con forma de semicírculo colocaban un cartel con el texto: “Arbeit macht frei”, el trabajo te hace libre.

En nuestra vida cotidiana utilizamos eufemismos para nombrar muchas cosas o acciones. Por ejemplo, llamamos residuos sólidos urbanos a las basuras, nos excusamos para ir al baño, y todos convenimos en que no te vas a bañar en ese momento, y un amplio etcétera. Lo que la presidenta Cospedal llama Plan de Garantía de los Servicios Sociales Básicos, está siendo interpretado por amplias capas de la sociedad castellano-manchega como un duro plan de recortes de esos mismos servicios sociales básicos, con el despido de personal docente y se prevé que sanitario, farmacias y personas dependientes que no cobran… y lo que es peor, muchas personas interpretan esto como el comienzo de la que se avecina una vez pasen las próximas elecciones generales del 20 de noviembre.

Si, en la Convención de Málaga del Partido Popular, Mariano Rajoy pone como ejemplo a nuestra Región de lo que su partido está dispuesto a hacer en España, en caso de ganar las elecciones, ya sabemos varias cosas: una, culpará al anterior gobierno de la situación económica; dos, someterá a nuestro país al Plan de Garantía de los Servicios Sociales Básicos que ya se está desarrollando aquí, con las consabidas consecuencias; tres, dirá que no puede hacer nada hasta que las cuentas le salgan. Y, mientras tanto, más personas al paro, la economía en recesión y la calle revuelta. Eso sí, de todo lo que suceda culparán a Zapatero. Cuando alguien adquiere una empresa en funcionamiento, se subroga en su balance, es decir, se hace dueño de las ganancias y de las pérdidas. Su buena gestión consistirá en sacar adelante esa empresa. Pues con los gobiernos sucede lo mismo. Echar la culpa al anterior no vale, hay que gestionar con lo que hay, y si no sabes o no puedes, debes dejar que se ponga otro, pues nadie te obliga al cargo.

Hace unos días, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Rouco Varela, manifestaba que los obispos “orientarán” a los católicos ante las próximas elecciones generales. Uno se pregunta si esa orientación tendrá que ver con el Evangelio porque, como están las cosas, viene a colación la expulsión de los mercaderes del templo por Jesús (Jn, 13-22), ¿van a hablar contra esos mercados que están esquilmando a los más débiles en todas las naciones, con motivo de la crisis que ellos mismos han provocado? ¿Van a pedirnos el voto para aquellos partidos que propugnen la justicia social, la igualdad, la tolerancia, el respeto al prójimo y la protección a los más débiles, es decir, a los más próximos al mensaje evangélico? En este contexto, un pasaje que me llama especialmente la atención, es aquel en el que unos fariseos quieren meter a Jesús en política y le preguntan si deben pagar sus impuestos a Dios o al César. Él les pidió una moneda y preguntó de quién era la efigie. Cuando le respondieron que del César, contestó con la famosa frase: “lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios, a Dios” (Mc, 12, 13-17). Si el Maestro eludió meterse en política, deberían pensárselo sus representantes.

Lanza, edición en papel, página 20, 10-10-2011