lunes, 30 de octubre de 2017

Vienen tiempos electorales


Los “rajoyólogos” (personas que estudian el comportamiento del señor Rajoy) no salen de su asombro ante la inusitada rapidez en la aplicación del artículo 155 de la CE en Cataluña y, sobre todo, por la rápida convocatoria electoral, 21 de diciembre, en dicha Comunidad Autónoma. El señor Rajoy no da puntada sin hilo, cuando la da. Si convoca autonómicas tan pronto es porque quizá tenga en mente una convocatoria electoral más amplia para finales de la primavera o comienzos del verano. Lo que sería lógico, puesto que hay en ciernes una reforma constitucional importante, y eso podría llevar a la disolución de las Cortes Generales.

Una vez resuelto el “problema catalán”, sería el momento de aparecer ante el electorado como el salvador de la unidad patria y la garantía de su continuidad. Por supuesto, mientras se soluciona la cuestión catalana, la población se mantendrá al margen de los avances judiciales en la trama Gürtel y otras tramas, que en diverso grado afectan al PP; de lo vacía que está la bolsa de las pensiones; de lo callados que están en Bruselas sobre los recortes que le exigirían al señor Rajoy si ganase… Quizá en el PP ya estén preparando este escenario.

Los partidos constitucionalistas de la oposición, y otros, pueden estar también en ello, cada uno desde su responsabilidad, pero ahora lo que toca es apoyar al gobierno en el mantenimiento de la unidad de España; naturalmente, sin plantearse cómo lo hubiera hecho el PP en caso de haber estado en la oposición. Es momento de tratar lo urgente, dejando lo importante para después. Y después lo que viene son las Generales, donde el electorado que se decida por partidos de la actual oposición valorará a los que hayan apostado con claridad por la unidad de España.

Una vez demostrado que la independencia de Cataluña era una quimera, confiemos en que la sensatez se imponga (el “seny”, como se dice en catalán) y todo este proceso inverso transcurra dentro de los cauces cívicos y democráticos normales en nuestro ámbito geográfico y político. Saldremos todos ganando, o más bien, perdiendo menos.

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miércoles, 25 de octubre de 2017

Códigos y leyes


Ha sido noticia destacada en España que el pasado domingo, día 22 de octubre, las ricas regiones italianas de Lombardía y Véneto han votado en referéndum (no vinculante) a favor de más autonomía, principalmente en temas de la gestión de sus recursos. Por cierto, la Constitución italiana permite ese tipo de refrendos, dentro de la unidad nacional, aunque al gobierno central no le haya hecho ninguna gracia. Es natural, porque el gobierno debe redistribuir los recursos entre las veinte regiones de la república italiana en un intento de equilibrar la vida de todos los nacionales. Para eso son los impuestos.

Para lo otro son los nacionalismos, las fronteras, los privilegios, los secesionismos… ¿Qué hay de izquierdas en el secesionismo? ¿De qué van los secesionistas de la CUP en Cataluña, que se dicen muy de izquierdas? Porque si es más importante la identidad nacional que la igualdad se está dando un mensaje muy distinto al de la tradicional identidad de la izquierda. Hoy son muchas las personas que están opinando en las redes sociales que el problema catalán es una revolución de la burguesía, que algunos califican de «revolución pija».

El mensaje no es solo el «España nos roba», que tanto han explotado. Hay otro subyacente y que coincide con el de la derecha tradicionalista española: unos pagamos impuestos y otros se ríen de nosotros, mientras se gastan en el bar el dinero de los planes de ayuda al empleo. Es el mismo mensaje que el de la Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas en las ricas regiones del norte de Italia. Lo mismo pasa con lo que dice Alternativa para Alemania en el país teutón; en Holanda, en Francia, etc. No parece haber mucha diferencia entre lo que comunican todos los movimientos separatistas, divisores, insolidarios… Y ahí se ubica el separatismo catalán, que tanto clama por la democracia.

Estamos ante una semana crucial en la que puede (o no) resolverse la ecuación, o al menos, atisbarse una solución. Espero que lo del pueblo de Cataluña acabe bien. A lo mejor ayuda a entendernos el fijarnos en el código de la circulación; es decir, mirar a los lados antes de salir del «stop» o del «ceda el paso». Por cierto, bonita frase para dar nombre a una señal de tráfico, pues indica tener en cuenta a otros conductores, a los que se les reconoce su prioridad. ¿A que es solidario el código de la circulación? Y así los demás códigos y leyes, pues respetarlos es absolutamente necesario para poder vivir en sociedad, en armonía y en paz.

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domingo, 22 de octubre de 2017

¡Patapam!


¡Hasta aquí hemos llegado!, y el golpe en la mesa ha debido resonar hasta en las verjas que rodean el Palacio de La Moncloa. El govern y el parlament, controlados por el independentismo, se lo han puesto fácil al ejecutivo de Rajoy para que les pudiera lanzar el 155 como un misil. Y encima con el apoyo a regañadientes del PSOE, no tan unánime el del PSC porque estos están allí. El consejo extraordinario celebrado este sábado, día 21 de octubre, se ha metido de hoz y coz y lo aplica con todas sus consecuencias. No es ya solo que España no se pudiera permitir que esta situación de subversión de la Ley de leyes se prolongase, es que Europa tampoco. En ese sentido, ya se han manifestado los dirigentes de las naciones más importantes de la UE.

Ahora hemos de esperar que las reacciones en Cataluña sean civilizadas y no fuercen la aplicación de medidas de excepción, también contempladas en la propia Constitución. Esperemos que los políticos hasta ahora al cargo, no lleven a la población hacia arenas movedizas, y que actúen con altura de miras a favor de una salida digna para todos, como serían unas elecciones autonómicas cuanto antes, para que Cataluña pueda ejercer libremente su derecho al voto, con garantías. El pueblo catalán, que entre otras virtudes, tiene la del “seny” (cordura o sensatez), no siempre ha tenido suerte con sus gobernantes, como ha pasado y pasa en ámbitos más amplios.

Una vez que se reubique el vehículo y se vuelva a circular por la autovía de la Ley, se podrá hablar de más cosas. Será, tal vez, el momento de dar la amplitud necesaria a la Constitución para que todos estemos más cómodos. Será, tal vez, el momento de un referéndum constitucional. Será, tal vez, el momento de una convocatoria de elecciones generales, porque esta legislatura ya no da más de sí, con los presupuestos prorrogados, en medio de problemas territoriales, de los que Cataluña va en cabeza, pero que hay más territorios esperando a ver cómo se resuelve. Será, tal vez…

Como otras veces en la historia contemporánea, España está siendo observada desde el exterior a ver cómo soluciona sus problemas internos, que en otras ocasiones han sido precursores de problemas parecidos en ámbitos mucho más amplios. En todos sitios cuecen habas, y ya avisaba hace unos días el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, de que no quería una Europa de 98 estados, porque sería ingobernable. Dicho en clara alusión a las pretensiones independentistas en otros países de nuestro entorno.

Una frase inglesa que se utiliza mucho reza wait and see, esperar y ver. Pues eso, y que se vayan resolviendo los problemas; nadie quiere otra cosa.

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lunes, 16 de octubre de 2017

La Constitución como marco


«Haz las cosas difíciles mientras son fáciles y las grandes cosas mientras son pequeñas». Lao Tse.

Es cierto que hay que reformar el marco constitucional porque se nos ha quedado pequeño, y cuando lo hayamos agrandado, tendremos uno nuevo en el que cabrán más cosas. A ello se han comprometido en un plazo de seis meses los dos grandes partidos de nuestro país. Mientras se llega a ese nuevo ámbito, las reglas del juego son las que son y nadie se las puede saltar. Se habla, se dialoga, se espera y se acuerda. No es tan complicado cuando las partes quieren comunicarse, pues en este caso se emite y se recibe en la misma banda de frecuencia.

La «no-respuesta» del president Puigdemont al presidente Rajoy nos lleva a un nuevo escenario, con la activación de los plazos del desgraciadamente ya famoso artículo 155 de la Constitución. Estamos en ese punto del inicio de los conflictos en el que cada parte pone a la otra unas condiciones «sine qua non», aun a sabiendas de que no las cumplirá, arrogándose el 100% de la razón y vendiéndole a los suyos sus proezas.

Cuánto bien pueden desarrollar los buenos políticos y cuánto dolor pueden causar los malos. ¡Para que luego se les critique y se les meta a todos en el mismo saco! Los buenos trabajan para el bien común y los malos, para sí mismos y su círculo. Ahora bien, hay un tercer tipo de político; este es el más peligroso, porque es difícil prever sus movimientos y parece darle igual una opción que otra. Ejemplos de este último tipo los tenemos en ocasiones en la prensa mundial, no solo en la española, y en la historia. Los de esta estirpe suelen encontrarse en el origen de los conflictos.

Los nacionalismos nos trajeron un siglo XX con dos guerras mundiales y otras más locales. Un horror al que no debemos volver, sabiendo de esa experiencia. Pero últimamente nos encontramos con una parte de nuestras sociedades occidentales que parece no haber aprendido de la historia; el caso es que están llevando otra vez la burra al trigo. Ahí están los recientes resultados electorales en algunos países centroeuropeos, algunas manifestaciones violentas, incluso aprovechando eventos deportivos… Ahí está, en un ámbito mucho más amplio, Cataluña. ¿Adónde la están llevando unos cuantos políticos que no parecen ver más allá de sus narices?

La solución pasa, evidentemente, por la política. Hágase válido lo que pueda hacerse válido, refórmese lo reformable y haya mesura por parte de todos. Confiemos en que se imponga el sentido común y la paciencia; en que el «incendio» catalán se apague (¡lástima de los auténticos incendios en Galicia!) y puedan sentarse, dialogar y acordar soluciones plausibles para que este gran país siga siéndolo, en el contexto de la UE al que pertenecemos, y retomemos consciencia de que unidos somos más fuertes y mejores.

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viernes, 13 de octubre de 2017

Si no fuera por Cataluña, tal vez...


Si no fuera por Cataluña, tal vez el gobierno se estaría ocupando de rellenar la bolsa de las pensiones, pues a pesar de que ya hemos salido de la crisis, según el señor Rajoy, la bolsa sigue tan a nivel del barro como los pantanos. Tal vez las protestas, por haber desvinculado la subida de las pensiones del IPC y seguir los pensionistas perdiendo poder adquisitivo a un ritmo alarmante, habrían tenido mayor repercusión mediática.

Si no fuera por Cataluña, tal vez serían portada en los medios de comunicación los avances judiciales por la trama Gürtel y otras tramas corruptas, que afectan de una u otra forma (siempre presuntamente) al Partido Popular.

Si no fuera por Cataluña, tal vez nos estaríamos manifestando por los 50.000 millones de euros que se emplearon para rescatar a la banca, que no devuelven ni golpeándoles en la mano y, lo que es peor, que no piensan devolver ni parece haber nadie con poder que se lo exija.

Si no fuera por Cataluña, tal vez el Congreso de los Diputados estaría debatiendo sobre la derogación de la Reforma Laboral, que tantos estragos ha causado y sigue causando en los derechos de los trabajadores de nuestro gran país.

Si no fuera por Cataluña, tal vez se estaría dotando de más presupuesto y medios a la lucha contra la lacra de la violencia de género, cuyas muertes se siguen produciendo, mientras seguimos ocupados con la cuestión catalana.

Si no fuera por Cataluña, tal vez los ingentes recursos (algún día se sabrán) que se están dedicando a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, se podrían haber dedicado a temas sociales en toda España, Cataluña incluida, naturalmente.

Si no fuera por Cataluña, tal vez nos seguiríamos enterando de lo que cena el señor Maduro. Por Dios, cuánta sequía informativa sobre Venezuela cuando ya estábamos tan acostumbrados…

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domingo, 8 de octubre de 2017

Cataluña preoCUPada



«La mayoría de la gente gasta más tiempo y energía en torno a los problemas que en tratar de resolverlos». (Henry Ford).

La Candidatura de Unidad Popular (CUP), con 10 diputados, tiene la llave de la gobernabilidad en el fragmentado parlamento catalán, formado por 135 diputados pertenecientes a seis formaciones. La CUP, última formación por número de diputados de dicho parlamento, es una combinación extraña de retruécano político, que se dicen de izquierdas y a la vez independentistas. El caso es que tienen al presidente, señor Puigdemont, bailando al son que le tocan.

La reciente fuga de grandes empresas del territorio catalán a otras comunidades de España, tales como los buques insignia de la banca catalana, Banco de Sabadell o CaixaBank, más las que están a la espera de acontecimientos para tomar la decisión de trasladar sus sedes, ha puesto en alerta y ha sembrado la división en el sector independentista de Cataluña. Esas fugas en sí no afectan al PIB nacional, pero sí puede hacer que se retraigan inversiones del exterior a causa de la inestabilidad política.

La compañía de servicios financieros JP Morgan, por ejemplo, aconseja a sus clientes vender deuda pública española y comprar bonos portugueses y alemanes debido al órdago independentista catalán. Las agencias Standard Poor y Fitch advierten de que las tensiones entre el gobierno central y Cataluña, si no se controlan, empezarán a pesar en la confianza empresarial y en la inversión, y podrían debilitar las perspectivas de crecimiento para España.

Hoy por hoy, Cataluña representa el 19% del PIB español. Sin embargo, eso puede cambiar a peor si continúa la deriva secesionista y, como consecuencia de ello, la fuga de empresas. No se puede estar satisfecho con esa fuga, salvo que ello sirva para hacer recapacitar al independentismo y así se den pasos hacia la cordura y pueda haber negociación, acuerdo y soluciones a corto y medio plazo. Habrá que esperar a ver de qué habla el señor Puigdemont en el parlamento catalán el próximo martes, día 11, mientras el señor Rajoy sigue haciendo el don Tancredo político. Tempus fugit.

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http://www.clm24.es/opinion/casimiro-pastor/cataluna-preocupada/20171008093043176053.html
http://www.dclm.es/noticias/63411/cataluna-preocupada-/-casimiro-pastor-millan
http://www.lanzadigital.com/opinion/cataluna-preocupada/
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miércoles, 4 de octubre de 2017

En las guerras no gana nadie


«En las guerras no gana nadie, pierden todos. Y si la guerra es civil, la pérdida es más fuerte que la de cualquier otra guerra». Miguel Delibes.

La guerra de Siria, que lleva devastando ese país desde hace más de seis años, comenzó por un grafiti que unos adolescentes pintaron en un colegio, alusivo al presidente al-Asad. Fueron arrestados y torturados. Luego, cuando se extendieron las protestas, las fuerzas de seguridad mataron a varios manifestantes. En el verano del 2011, cientos de miles de sirios pedían en las calles la dimisión de al-Asad, reformas políticas y el fin de la brutalidad policial. Hoy, Siria es una nación devastada, desangrada y con millones de desplazados.

Ya escribía en mi anterior artículo, Sinergias, en relación a la situación que se está viviendo en Cataluña, que el terreno en el que se está jugando ahora la partida ya no interviene la razón. Y cuando la razón se deja fuera, entran en juego las pasiones, y estas no siempre son de la mejor calidad. Decía Gandhi que responder a la brutalidad con brutalidad es admitir la bancarrota moral e intelectual, y que así solo se puede comenzar un círculo vicioso. Es el caso de Siria y tantos otros.

En términos de España, como ámbito geográfico y político, si hay un «nosotros» (incluyente) no debe haber un «ellos» (excluyente), porque ambos formamos parte del «todo», y ahí estamos todos. Si nos observamos, quizá nos demos cuenta de que a ambos lados del Ebro estamos utilizando los dos pronombres personales cambiados, y por ahí no vamos bien. He ahí un ejemplo de la importancia del lenguaje.

En España ha llegado el momento de tomar medidas excepcionales. En primer lugar, hay que hablar sí o sí y, además, los políticos deberían dejarse de estrategias partidistas (ni derechas ni izquierdas) y formar piña frente al mayor reto que tiene nuestro país en muchas décadas. Quizá no sería descabellado hablar de un gobierno de concentración nacional, pues ya no es solo la economía, es nuestra integridad nacional, es el bienestar de la población, es preservar el que para muchos de nosotros es el mejor país del mundo. No exagero, pues quienes hemos tenido la oportunidad de salir al extranjero lo hemos podido constatar.

Cuando un barco está a punto de hundirse, porque tiene una importante vía de agua, no se discute, se tapona la vía y se achica el agua. Luego se soluciona lo demás. La excepcional situación hace que ahora no sea el momento de buscar culpables, sino soluciones entre todos. Aún estamos a tiempo, pero no queda mucho. Eso sí, por favor, que nadie piense en armas pues ya sabemos quién las carga.







lunes, 2 de octubre de 2017

Sinergias


La palabra “sinergia” procede de un vocablo griego que significa “cooperación”. Se utiliza para nombrar a la acción de dos o más causas que generan un efecto superior al que se conseguiría con la suma de los efectos individuales. Cuando dos empresas se fusionan, por ejemplo, se producen sinergias que hacen que con el mismo personal se puedan conseguir mejores resultados, pues se aprovechan recursos conjuntos. No he encontrado en el diccionario español de antónimos el correspondiente a sinergia. Ahora bien, en el diccionario del idioma hermano, el portugués, sí existe ese antónimo, que traducido significa: confrontación, contienda, incompatibilidad y oposición.

El órdago, que los dirigentes políticos de Cataluña le han lanzado al Estado, con la convocatoria de un “no-referéndum” para decidir de manera unilateral si se independizan, celebrado el pasado día 1, ha puesto de relieve las palabras con las que el diccionario portugués define el antónimo de sinergia. Hay que preguntarse por los objetivos, por el porqué de esa convocatoria, aun a sabiendas de su ilegalidad pues el Estado haría cuanto estuviera en su mano para evitarlo, con unos resultados muy lejos de ser válidos… La lógica nos lleva a inferir que ante la pasividad del gobierno, querían provocar en las demás fuerzas políticas una acción hacia su causa, querían hacer visibles sus deseos a escala internacional y querían saber cuál era el grado de respuesta del pueblo catalán.

La jugada les ha salido. Al finalizar la campaña del sí, proclamó Puigdemont que ya habían ganado, aun antes de celebrar la consulta. Lo que quizá no calibraron fue que, al involucrar al pueblo en lo que es y debe de ser su trabajo como políticos, jugando con los sentimientos de la gente, apropiándose de los símbolos a su favor, han abierto la caja de Pandora. Han renovado en el resto de España un sentimiento anti catalán, han unido al resto de la población española en torno a los símbolos nacionales y han provocado una fractura social en la propia Cataluña, con efectos en las amistades e incluso en el seno de las familias. En el terreno en el que se está jugando ahora la partida, el de los sentimientos, ya no interviene la razón. Y cuando la razón se deja fuera, entran en juego las pasiones y éstas no siempre son de la mejor calidad.

Ahora, la labor de los profesionales de la política debe de ser reconducir ese tráiler que se ha salido de la carretera, devolverlo a su ruta y guiarlo hacia su destino. A lo mejor para ello hay que cambiar a los conductores en la primera gasolinera. Eso se hace sentándose a negociar, consensuando como se hizo en otras ocasiones clave de nuestra todavía joven democracia y con convocatorias electorales, autonómicas en Cataluña y generales, para que el pueblo (ahí sí) decida con qué se queda. Como no se hace es a golpes de porra, de banderas y de jueces. Cada poder del Estado, en su sitio. Y así quizá sigamos aprovechando esas sinergias en el conjunto de España; naturalmente, con Cataluña. 

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http://www.dclm.es/opiniones/3416/sinergias
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