jueves, 5 de junio de 2014

¿Y ahora qué hacemos?


Si estuviera Zapatero en La Moncloa con deflación, endeudando a España en 400 millones al día, con casi 6 millones de parados, con el FMI diciendo que ni en cinco años se arregla esto, pero que se siga subiendo el IVA y que se ahonde más en las reformas laborales, y además el partido en el gobierno con una, cada vez menos presunta, “Caja B”, no quiero ni imaginar lo que estarían soltando por su boca las cabezas pensantes del PP, todo debidamente amplificado por el TDT Party y los demás medios afines.

La situación por la que atraviesa España, ya hace tiempo que dejó de ser coyuntural para convertirse en estructural. Es patente el desencanto de amplias capas de la población a las que, desde las estructuras de gobierno, se las somete a todo tipo de flagelo en forma de subida de impuestos, bajada de salarios, merma de libertades, despidos, desahucios…, mientras ven cómo determinados privilegiados se lo llevan crudo, sin que las acciones de la Justicia se perciban como proporcionales a los presuntos delitos cometidos.

No parece salvarse de la quema ni la Casa Real, en donde la infanta Cristina, vía conyugal, se ha visto imputada por el juez Castro en el caso Nóos. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) revela como las principales preocupaciones de los españoles el paro y la corrupción. En esta situación, no es difícil que el pueblo confunda los asuntos del gobierno con los del Estado, y cuando el pasado día 2 de junio el Rey anunció su abdicación en el príncipe de Asturias, mucha gente, que hasta ahora no se había planteado abiertamente si prefería monarquía o república, salió a las plazas céntricas de numerosas ciudades, con la Puerta del Sol de Madrid como paradigma, pidiendo un referéndum o directamente la república.

Conviene recordar aquí que la Constitución, que mayoritariamente nos dimos los españoles en 1978, tiene previsto desde la cuestión sucesoria de la Corona hasta su propia reforma. Otra cosa es que, debido a las tensiones territoriales y otras cuestiones de convivencia, la Constitución se nos haya quedado como un antiguo traje o vestido de comunión. No es cuestión ya de hacer añadidos y ensanchar costuras. Quizá haya llegado el momento de sentarnos a negociar una nueva Constitución. Pero, ¿dónde están los políticos capaces de llegar a aquellos consensos de los años 70 del siglo pasado?

Está claro que en este momento lo más urgente es que funcione la rueda de transmisión en la cuestión sucesoria, porque es una función de Estado, y don Felipe pase a ser Felipe VI, para seguidamente plantearnos qué hacer con la Constitución. No se trata ya del referéndum sobre qué forma de Estado queremos, si monarquía o república, se trata de algo mucho más amplio y profundo. Eso sí, necesitamos políticos con altura de miras, con capacidad de consenso (palabra que casi ha caído en desuso) y que estén por la labor de aportar. El pueblo español está deseando eso, ahí está el ejemplo de Podemos, el partido sorpresa en las recientes elecciones al parlamento europeo. Ojo con las descalificaciones gratuitas de algunos contra ellos, que no se equivoquen. De hecho, los estrategas de las grandes formaciones los están tomando muy en serio.

Publicado en:
http://www.lanzadigital.com/opinion/y_ahora_que_hacemos-64820.html
http://www.dclm.es/noticia.php?id=24936
http://www.clm24.es/opinion/casimiro-pastor/y-ahora-hacemos/20140607102434048157.html
Lanza, edición en papel, página 23 de opinión. 09-06-2014.