sábado, 26 de diciembre de 2009

El Cerro del Clima


Se le había llegado a denominar Cumbre de la Esperanza por las expectativas creadas, pero debido a los escasos resultados obtenidos en la pasada Cumbre del Clima 2009, celebrada estos pasados días en la capital danesa, más bien se la podría denominar con el apelativo de “Cerro del Clima” que reza el título. En lo que parecían estar de acuerdo todos los países participantes es en eso, en la falta de acuerdos logrados para frenar de una vez los efectos devastadores que sobre el clima está teniendo la actividad humana en todo el mundo. Así que han cerrado la Cumbre con un acuerdo de mínimos como única alternativa al fracaso más absoluto.

En tiempos de crisis es cierto que cada uno trata de arrimar el ascua a su sardina con mayor énfasis que en circunstancias más favorables. Si eso no es bueno para la economía, en cuestiones climáticas es devastador. Es tan evidente, que los árboles no nos dejan ver el bosque. Al clima no se le pueden poner fronteras nacionales, ni siquiera en ámbitos supranacionales, pues no hay nada tan global como el clima.

Tanto Estados Unidos como China ya habían celebrado con anterioridad su minicumbre y acudieron a Copenhague con el guión hecho, poco dispuestos a llegar a acuerdos con los restantes asistentes. Los países con economías emergentes como China, India, Brasil... parecían más interesados en justificar ante los demás su derecho a desarrollarse, aunque sea contaminando como lo han hecho los países ricos, que en asumir la problemática medioambiental ocasionada por todos.

Si el Protocolo de Kioto de 1997 no se ha cumplido ni con mucho, a pesar de estar cuantificado, Copenhague tal y como ha quedado, sencillamente no es más que una declaración de intenciones. Es decir, unos objetivos sin cifras concretas de reducción de emisiones a cumplir en el tiempo, se quedan vacíos de contenido. En concreto, los Estados Unidos llevan un retraso enorme en su control, porque aunque fue Bill Clinton el presidente que participó en Kioto, su sucesor, George W. Bush, no aplicó en su país los acuerdos. Es curioso el poco interés que tienen por las cuestiones climáticas los llamados conservadores. Serán conservadores, pero no del clima.

Aparte de limitar a un máximo de 2 grados la elevación de la temperatura de la Tierra, tan sólo se ha llegado a un acuerdo, y de carácter no vinculante, únicamente en lo que a fondos se refiere: se establece un total de 10.000 millones de dólares entre 2010 y 2012 para que los países más vulnerables puedan hacer frente a los efectos del cambio climático, y 100.000 millones anuales a partir de 2020 para mitigación y adaptación. Eso en sí es la asunción del fracaso en cuanto a políticas de control medioambiental se refiere. Es decir: prefiero pagar, pero déjenme que siga contaminando.

Quizá la frase más destacada de la Cumbre haya sido la pronunciada por el presidente venezolano, Hugo Chávez: “si el clima fuera un banco ya lo habrían salvado los gobiernos ricos”. Al final todo se reduce a una cuestión de dinero, lamentablemente. Pero es un dinero con las miras muy cortas. De poco les servirán los beneficios obtenidos a quienes se enriquezcan a costa del clima, si al final caemos todos. Ellos también.

No sé si estaremos ya en el punto de “no retorno”, que pronosticaba Al Gore en su documental “Una verdad incómoda”, o quizá tengamos algún cartucho más en la recámara el año que viene, cuando se decida poner cifras y fechas a las reducciones de dióxido de carbono no puestas en la Cumbre de Copenhague.

Como aspectos positivos, hay que destacar la participación en la Cumbre de todos los países incluidos los más contaminantes y la sensibilización, por tanto, de los gobernantes y de las gentes. Incluso hay que valorar también como positivas las protestas de los grupos ecologistas desplazados a la capital danesa con ese objetivo, porque son el exponente de un mayor grado de conciencian social. Mientras hay vida hay esperanza, aunque sólo la segunda es ilimitada.

Publicado en:
http://www.dclm.es/print.php?a=50026 21/12/2009