domingo, 2 de marzo de 2014

¿A dónde va Ucrania?


Más bien podríamos preguntarnos hacia dónde la llevan, pues a raíz de los graves acontecimientos vividos en su capital, Kiev, con los importantes cambios políticos producidos a la velocidad del rayo, se ha colocado como una pieza estratégica más en el tablero de ajedrez que juegan las grandes potencias. El próximo día 26 de abril, se cumplirán 28 años del mayor accidente nuclear de la historia en Chernóbil, una ciudad situada a poco más de 100 kilómetros de la capital. Poco tiempo después, España fue un país de acogida para que numerosos niños y niñas, procedentes de aquella zona, pasaran al menos sus vacaciones estivales con familias españolas. En mi entorno de amistades se encuentran algunas de esas familias, y puedo constatar su gran preocupación en estos días por esos niños, a los que quieren como hijos.

Con el desmembramiento de la URSS en 1991, Ucrania regresó a su independencia política. Lo cierto es que la dependencia económica actual de Ucrania con respecto a Rusia es muy elevada. Pero también lo es a la inversa, pues la mayor parte del gas natural que vende la antigua metrópoli al exterior, pasa por gasoductos instalados en el subsuelo ucraniano, así como los grandes oleoductos que transportan el petróleo ruso. La salida de ambos productos, vía marítima, lo hace al Mar Negro mediante los importantes puertos ubicados en la República Autónoma de Crimea, integrada en Ucrania. El puerto de Sebastopol dispone de un estatus especial y puede ser utilizado por la flota rusa hasta el año 2042. Llegados a este punto, recuérdese que en el invierno de 2004 a 2005, unas discrepancias en el precio del gas entre Rusia y Ucrania, ocasionaron problemas de abastecimiento también a Polonia, Austria, Hungría y a la propia Alemania.

Por tanto, los intereses económicos que tiene Rusia son evidentes, como también lo son los de la Unión Europea, sin olvidar que el origen de las recientes revueltas fue que una gran parte de la población ucraniana quería su integración en la UE, en vez de girar hacia Rusia como pretendía el huido ex presidente Yanukóvich. Pero la economía de la rica y mal gestionada Ucrania está para pocas alegrías, además de haber sido expoliadas parte de sus reservas de oro por sus ex dirigentes. Rusia ponía unas decenas de miles de millones sobre la mesa de forma inmediata; pero para hacer lo mismo, la UE necesita demasiadas reuniones y tiempo. De otra parte está el FMI, cuyos rescates son poco recomendables.

El reciente despliegue de tropas sin identificación en las instituciones y puntos estratégicos de la península de Crimea, con dotación de combate,  ha ocasionado que  mandatarios de la UE y de los EE.UU. adviertan a Rusia sobre las consecuencias de una intervención militar. El presidente ruso ha pedido autorización a su Parlamento, y lo ha conseguido, para desplegar al ejército en el extranjero. El Consejo General de la ONU y el de la OTAN se están reuniendo de urgencia para tratar el tema, así como los ministros de exteriores de la UE. 

El tablero para empezar la partida queda colocado, al estar básicamente la República Autónoma de Crimea a favor de Rusia y el resto del país inclinado hacia la UE. Un conflicto en ese área geoestratégica sería de consecuencias globales por los actores involucrados y porque, una vez más, se trata de energía: gas y petróleo. Aunque, hoy por hoy, parece ser Rusia quien está apostando por el jaque mate, pues no puede consentir un gobierno hostil a sus intereses en su patio trasero, y sabe que a la UE le costaría mucho convencer a sus ciudadanos el verse involucrada en una guerra europea, y que los EE.UU. acaban de anunciar una drástica reducción de su ejército, cansados ya de los recientes y costosos conflictos bélicos en los que han intervenido. 

Es de desear que la cordura y el diálogo se impongan sobre las armas, pues a éstas las carga el diablo. El sufrido pueblo ucraniano no se merece ahora una guerra ni una división territorial, sino salir adelante y superar los problemas económicos.