Una canción popular inglesa reza
así: “Por un clavo se perdió una herradura; por una herradura, un caballo; por
un caballo, una batalla y por una batalla, el Reino”. La situación que está
viviendo Chipre me ha hecho recordar el mensaje que transmite esa letra. El
corralito que se le impuso el pasado día 15 de marzo para proceder a su
rescate, ha hecho saltar por los aires la confianza que los ciudadanos de toda
la zona euro podíamos tener en nuestras instituciones financieras e incluso en
el euro como moneda común.
Por mucho que ahora los
mandatarios de las naciones se apresuren a asegurar que la experiencia
chipriota es única y no extrapolable, lo cierto es que el presidente del Eurogrupo el holandés Jeroen Dijsselbloem, declaró (aunque luego matizó) que las
quitas a los grandes depositantes e inversores, podría extenderse a otras
entidades de la eurozona con problemas. Recuérdese que en un primer momento,
los pequeños depositantes también estuvieron en peligro en Chipre. Inmediatamente,
las consecuencias de esas declaraciones se han notado con grandes caídas de las
entidades bancarias españolas e italianas en las bolsas de Madrid y Milán, así
como en una subida de la prima de riesgo de ambos países.
No me imagino un caso parecido en
los Estados Unidos de Norteamérica. Es sabido que California tiene una economía
con más problemas que Grecia antes del rescate, pero a nadie se le ocurre “atacar” a ese Estado
porque detrás está la Reserva Federal.
Me pregunto por qué el Banco Central Europeo, cuyas siglas BCE figuran en todos
los billetes de la moneda común, no tiene una actuación similar a su equivalente
norteamericana. Con ello se evitarían todos estos terremotos financieros y
quiebras de confianza. Es de temer, e incluso de esperar, que los grandes inversores
huyan a una moneda que les infunda más confianza, como el dólar, en detrimento
del euro de quien es más difícil fiarse dadas las circunstancias.
En nuestro país también hemos
tenido nuestros cuasi corralitos particulares, como el caso de las acciones
preferentes (vaya nombrecito, como si viajaran en los mejores vagones del AVE)
y otras estafas, mientras vemos cómo se lo llevan crudo (presuntamente)
determinados políticos y dirigentes de entidades financieras, luego rescatadas,
con retiros y jubilaciones de oro. Estos días está haciendo furor por las redes
sociales la frase: toda la vida mirando a los lados en los cajeros automáticos
por si nos robaban y había que mirar de frente.
Lo cierto es que si la confianza
es fundamental en cualquier circunstancia de la vida, lo es más aún en
cuestiones económicas. A este respecto, en los Estados Unidos se cuenta el
chiste de que el animal más miedoso del mundo es un millón de dólares, porque
huye ante el menor problema. Mucho deben de correr nuestros gobernantes para que
les creamos, para que les crean en Europa tanto los inversores como las
instituciones, para que el conjunto de la ciudadanía europea crea en sus
propias instituciones financieras y en el propio euro; porque en estos días, sin haber hecho nada para merecerlo, muchos
tenemos la sensación de estar indefensos ante los tiburones, pues en cualquier
momento podemos ser presa de sus dentelladas y sin saber dónde refugiarnos ni
quién nos defenderá.
Poco sostenible es el "Reino" del euro, si un clavo como Chipre, con tan solo el 0,2% del PIB de la eurozona, lo hace tambalearse de esta manera.
Poco sostenible es el "Reino" del euro, si un clavo como Chipre, con tan solo el 0,2% del PIB de la eurozona, lo hace tambalearse de esta manera.
Publicado en:
http://www.dclm.es/opiniones.php?id=606
http://www.lanzadigital.com/opinion/por_un_clavo-4z7135.html
Diario Lanza de Ciudad Real. Edición en papel pág. 33. 31-03-2013.
Artículos posteriores relacionados:
http://economia.elpais.com/economia/2013/03/30/actualidad/1364675392_502515.html
http://elpais.com/elpais/2013/03/30/opinion/1364668911_496613.html
http://economia.elpais.com/economia/2013/04/08/agencias/1365429511_411114.html