domingo, 4 de mayo de 2014

La tozuda realidad


Se aproximan las elecciones europeas y el gobierno de la nación y el autonómico se esfuerzan por presentar ante la ciudadanía unos resultados de su gestión lo más saludables posible. Sin embargo, la reciente Encuesta de Población Activa (EPA) les ha puesto un espejo delante y no han tenido más remedio que ver lo que había, sin maquillar. Después de dos y tres años en el cargo respectivamente, ambos gobiernos ya no pueden usar el recurrente tema de la herencia recibida.

Por irnos a lo que más preocupa a la gente, el paro, y, dando cifras redondas, estamos en los 6 millones de parados a escala nacional, con una tasa del 26% (en Francia están muy preocupados porque tienen una tasa del 10,8%), y en nuestra región superamos los 300.000 parados y la tasa rebasa el 30%. Ante estos números, decir que ha bajado recientemente el desempleo en unos miles, no sirve de consuelo a nadie. Por eso, cuando salen a los medios de comunicación algunos gobernantes declarando su satisfacción por estos datos, la siempre inteligente ciudadanía no puede dar crédito y su reacción va desde la perplejidad a las molestias intestinales, pasando por una cierta hilaridad.

El problema no es sólo que haya aumentado en un millón el número de desempleados desde que se fueron los anteriores gobernantes, o que se haya producido una enorme fractura social por mor de los lacerantes recortes sobre los pilares del Estado del Bienestar; el mayor problema es la desesperanza de esa población, la devaluación laboral, con ingenieros trabajando como camareros, y la destrucción del tejido investigador universitario, algo muy difícil de recuperar más adelante, pues hay fuga de cerebros. Ésa es la forma más clara de perder el tren del futuro como país. Me pregunto qué herencia van a dejar estos gobernantes a los siguientes.

Pero la EPA sólo ha venido a confirmar lo que la ONG de la Iglesia, Cáritas, ya apuntaba en su último informe de marzo y que tanto enfadó al ministro Montoro. Dicho informe ponía, entre otras cosas, que España es el segundo país de la UE con mayor índice de pobreza infantil, 29.9%, sólo superado por Rumanía. Cuando el secretario general de Cáritas Europa, el español Jorge Nuño, afirmaba que “las medidas de austeridad han fallado a la hora de solucionar los problemas y generar crecimiento”, ya no se estaba refiriendo en concreto y solamente a España, sino a la propia UE, cuyos dictados siguió el gobierno español cual aplicado alumno. La Comisión Europea admite ahora que nos hemos pasado de frenada.

Por eso hace falta plantearse muy bien a quién destinar nuestro voto en los próximos comicios del día 25, pues Europa pinta mucho y pintará más a partir de ahora. Está claro que las políticas de austeridad, o el “austericidio”, como dicen otros, no han sido las adecuadas y es hora de cambiarlas. Hace falta una Europa sensible con los problemas de la gente, una Europa social, pues la cohesión social es el resultado de una ecuación con muchas variables, y entre éstas no cabe evaluar al ciudadano como si fuera una mercancía. Ya hemos visto lo que no funciona, ahora usemos nuestro voto como herramienta para cambiar hacia lo que nos sirve. Ahora bien, hay dos maneras para que esto no mejore: una, votando a los que ya gobiernan y otra no acudiendo a las urnas.