domingo, 13 de noviembre de 2011

Derechos y servicios sociales


Si el Principio de Conservación de la Energía reza: “la energía ni se crea ni se destruye, solamente se transforma”, igual se podría establecer el Principio de Conservación de la Riqueza de esta manera: “la riqueza se crea y no se destruye, solamente cambia de dueño”. Lo cual se me antoja también una gran verdad, porque si por un lado, por ejemplo, los medios de comunicación se hacen eco de la bajada de las ventas en el sector del automóvil resulta que, por otro, las ventas de coches de lujo se han disparado a cifras astronómicas. Igualmente, los grandes yates, las casas de ensueño, las joyas, el oro… están alcanzando cotas nunca vistas y difícilmente imaginables para la mayoría.

Nuestra sociedad está siendo bombardeada con informaciones sobre la difícil y delicada marcha de la economía europea en general y de la nuestra en particular, hasta el punto de llegar a aceptar como inevitables una serie de medidas, recortes, reformas, ajustes o como le convengamos en llamar, que no son otra cosa (llamándolas por su nombre) que menos sueldo con más horas de trabajo, mayores facilidades para el despido y subidas de precios en el horizonte. Mientras, veremos alejarse derechos sociales que parecían consolidados, como la Educación pública de calidad, la Sanidad general gratuita, Dependencia, y otros, de tal forma que, al tener que costearlos las familias, suponga de hecho una bajada añadida del poder adquisitivo. Así, toda la riqueza generada que se le restase a la mayoría, iría a parar a los del lujo citados en el párrafo anterior, de los que nadie se acuerda mientras se está criticando a los políticos.

¿Por qué se puede producir eso? Por un cambio en el lenguaje. Relean el discurso de investidura de la señora Cospedal, como presidenta de nuestra región, y se encontrarán con que cita un “plan de garantía de los servicios sociales básicos”. Ahí está la clave, en llamar servicios a lo que son derechos. Disponemos de los derechos sociales básicos, y además, las farmacias, las residencias de mayores concertadas, las viudas… también tienen derecho a cobrar. En cambio, los servicios se prestan en función del dinero que hay. Si se dice que no hay dinero para atender los derechos, pues que lo saquen de donde está, y eso lo pueden hacer los gobiernos al generarse actividad económica o mediante impuestos. Lo que no debe ocurrir es que la crisis la paguen justo quienes no la han provocado, los más débiles. Es decir, los servicios podrán funcionar mejor o peor, pero los derechos se deben respetar y atender de manera obligatoria.

Exigencias de Bruselas hicieron que el presidente Zapatero, en mayo de 2010, tomara entre otras la decisión de congelar el incremento de las pensiones más elevadas durante solo un año (las más bajas siguieron con su crecimiento). Por cierto, durante los ocho años de gobierno de Zapatero, las pensiones mínimas se incrementaron un 27%, mientras que durante los otros ocho de Aznar tan solo subieron un 4%, y eso que era época de bonanza económica. Esta medida que se tomó para evitar a España ser intervenida, como le ha sucedido a otras naciones europeas, podría no haber sido necesaria si no se hubiera retirado el impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales, por ejemplo. Pero esa retirada se hizo en época de bonanza económica; recuérdese que a finales de 2007 se consiguió la mayor tasa de empleo jamás alcanzada en España, con veinte millones y medio de personas trabajando y cotizando. La crisis vino después.

Últimamente no parece haber otra noticia más importante que la referente a los mercados. Parece como si fueran ellos quienes gobernaran el mundo, pero la democracia indica ser el pueblo quien elige a sus gobernantes y ser estos quienes deben de tomar las decisiones. Tengo la impresión de que los mercados ya han elegido gobierno para España y nos lo están metiendo por los ojos con los potentes medios de comunicación de que disponen. Pero el próximo día 20, cada persona con derecho a voto tiene la opción de darle la razón a esos mercados, o votar por otras opciones diferentes que nunca han gobernado, o bien votar por la otra opción con posibilidades reales de formar gobierno. Esa es la decisión personal e intransferible, que cada votante tendrá el derecho y el deber de ejercer, con responsabilidad ante sí mismo y ante sus conciudadanos. Lo demás son solo encuestas.

Lanza de Ciudad Real, páginas de opinión, pag. 35, 15- 11-2011.

martes, 8 de noviembre de 2011

R. frente a R.


Rubalcaba frente a Rajoy o Rajoy frente a Rubalcaba, como ustedes prefieran. Por eso he titulado la crónica de esta manera. La pregunta que surge en primera lugar es ¿quién ganó en el debate del lunes día 7? Yo pienso que en primer lugar ha ganado la democracia. He de confesar que no pensaba que Rajoy aceptara debatir desde la posición que le daban las encuestas y seguramente sus asesores estarían divididos, pero es bueno que se haya celebrado finalmente el debate, eso sí, esta vez solo uno y no dos como ha sucedido en las cuatro ocasiones anteriores entre otros aspirantes a presidir el gobierno de España. En cualquier caso, creo que sería intersante que se estableciera de manera “oficial” para el futuro.

A la hora de escribir este artículo desconozco el seguimiento que ha tenido el debate. Lo que es evidente es que a la gente le interesa la política más de lo que a algunos les gustaría, y le interesa porque está clara la importancia que tiene para la vida real de cada uno y para la de todos. En el análisis del debate cada editorial de la prensa y cada partido político dará por ganador a “su” candidato. Como sucede con el fútbol, donde viendo en la misma televisión el mismo partido, unos ven penalty y otros no lo ven, puede haber sucedido con el debate.

Me ha gustado más la fórmula empleada en esta ocasión de poderse interrumpir los candidatos porque eso ha dado más color, dentro de las rigideces habituales. Y entrando ya en el análisis, al principio Rajoy ha aparecido visiblemente nervioso y exponiendo excesivas cifras leídas que podían cansar a la audiencia y Rubalcaba se dirigía a él sin utilizar el condicional al preguntar qué iba a hacer, como si le diera por ganador de las elecciones.

A medida transcurría el tiempo se igualaron las posiciones, y en varias ocasiones Rajoy balbuceó cuando Rubalcaba le ponía contra las cuerdas al evidenciar las calculadas ambigüedades del programa del PP, pareciendo saberse mejor el programa que el propio Rajoy. Éste ha centrado sus intervenciones en aquello que el PSOE ha hecho mal, según su criterio, con pocos datos sobre lo que haría en caso de ganar y Rubalcaba ha expuesto varias propuestas concretas y ha desenmascarado el programa de su rival, con varias preguntas directas sobre el mismo que no han obtenido respuesta por parte de su oponente.

A la salida, se ha visto más rígido a Rajoy y más relajado a Rubalcaba. Si nos atenemos a lo que el lenguaje no verbal que cada uno reflejaba, el ganador ha sido Rubalcaba y en el debate en sí, a los puntos (como en el boxeo) también ha ganado el candidato del PSOE. Creo que el equipo de Rajoy, que fue quien exigió un solo debate y no dos, como era la costumbre, ahora se estará arrepintiendo. Otra cosa será la influencia que el debate tenga sobre el resultado electoral del próximo día 20. Al final eso será lo verdaderamente importante.

Publicado en: Lanza, páginas de opinión, página 33, 09-11-2011.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Esto es lo que hay


Ya estamos de nuevo ante otras elecciones, esta vez generales. Las encuestas parecen indicar mayoritariamente que va a ganar Rajoy en vez de Rubalcaba. Básicamente, quienes se inclinen por la gestión privada de lo público solo pueden votar a Rajoy y quienes prefieran la gestión pública de lo público, además de a Rubalcaba, tienen otras opciones.

Cuando se nos dice desde el Partido Popular que quieren mantener los servicios sociales básicos y crear empleo, la lectura real es: hasta que no se cree empleo, no se darán las condiciones presupuestarias para mantener esos servicios y si no se les quiere recortar, habrá que privatizar o copagar. Por tanto, aquellas personas que quieran esto ya tienen su opción votando al partido que representa esa voluntad.

En el otro lado existen más opciones. Cada uno de los partidos de izquierda aglutina diferentes sensibilidades, de tal manera que la ciudadanía puede dar su voto ajustando más su pensamiento a un determinado partido. Ahora bien, de toda la izquierda, el único partido con posibilidades reales de gobernar es el socialista. La dispersión del voto en la izquierda favorece que gobierne la derecha, pero eso no quiere decir que ésta represente a la mayoría de lo que piensa toda la ciudadanía, sea de la tendencia que sea, porque además habrá mucha gente que no acuda a votar.

Como de lo que se trata ahora es de que España salga de la crisis, genere las condiciones adecuadas para la creación de empleo y se mantenga el Estado del Bienestar, los que ganen las elecciones deberían tener en cuenta una palabra últimamente en desuso: el consenso. La crisis que padecemos ya es estructural y muchos dicen que sistémica. Es más, ahora nos vendrá una segunda oleada que llegará a finales de año y comienzos del próximo, gane quien gane. Por tanto, sería muy deseable que las decisiones de Estado, aquellas que afecten al conjunto de los españoles, fuesen con el mayor grado de consenso posible y no cayésemos en lo que otras veces ha ocurrido en el Parlamento: el rodillo de quien gobierna con mayoría absoluta.

Los consensos a veces se producen por voluntad de quien gobierna, cuando lo hace por mayoría absoluta (las menos de las veces), y otras por voluntad del pueblo al no permitir con su voto que ningún partido pueda gobernar si no es consensuando con los demás. Así pues, de nosotros, de la ciudadanía, depende lo que salga de las urnas el próximo día 20 por la noche. Esta es la mejor encuesta. Esto es lo que hay.