domingo, 29 de abril de 2012

Es la economía, imbécil


Con la frase del título lapidó Bill Clinton, en campaña electoral, a George Bush (padre). Así lo entendieron los electores y se convirtió en el 42º presidente de los Estados Unidos en 1993. Así también lo ha entendido François Hollande, candidato ganador del partido socialista, en la primera vuelta de las elecciones francesas a la presidencia de la república, cuya final se disputará el próximo domingo, día 6 de mayo.

Entre sus recetas económicas está la emisión de eurobonos, la bajada de los tipos de interés y la separación entre la banca de inversión y la banca doméstica. Impondrá una tasa sobre las transacciones financieras (por cada 100 euros, pagarán medio). La creación de una banca pública, que ayude a las Pymes en su inversión productiva, potenciará la creación de empleo. Lo que unido a la propuesta de retrasar un año el objetivo de equilibrio presupuestario y rebajas adicionales a las empresas, si los beneficios se reinvierten en nuevas actividades económicas, puede suponer un revulsivo muy importante para la reactivación de la economía francesa.

Con las iniciativas de Hollande, se ha puesto de manifiesto que otras alternativas a la restrictiva política económica actual son posibles. De momento, Angela Merkel ha recogido el guante y ya anuncia la creación de una “agenda de crecimiento” para la Unión Europea, que deberá estar lista para la próxima cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en junio.

Mientras tanto en España cada viernes, después del Consejo de ministros, nos llevamos una sorpresa. Todos los tiros van en la misma dirección: personas que trabajan por cuenta ajena (asalariados, funcionarios…), jubilados, personas con dependencia, mujeres maltratadas, inmigrantes… La Sanidad y la Educación públicas y todo aquello que era el estandarte del Estado del Bienestar, parecen estar en el punto de mira del rifle del gobierno, en un recorte sin precedentes en la democracia española. La consecuencia es que los mercados no se fían de nuestra economía y el FMI cifra en 10 los años para que España vuelva a la senda del crecimiento, que es como decir “ad infinitum”.

La señora Merkel, en cuyo espejo parece mirarse el presidente Rajoy, no habla de ninguna herencia recibida, actúa, y ya está tomando buena nota por si gana Hollande en Francia. Confiemos en que el giro de la canciller alemana hacia políticas más realistas, en aras del crecimiento, hagan reflexionar al presidente español y tome decisiones beneficiosas para la economía. Iniciativas que favorezcan el crecimiento y hagan un reparto de las cargas a “todos” los sectores sociales para una evolución favorable del conjunto de la sociedad.

Publicado en:
http://www.dclm.es/opiniones.php?id=133, 29-04-2012
Lanza de Ciudad Real, edición en papel, página 32, 01-05-2012

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