martes, 3 de julio de 2012

Los límites del ahorro público


Desde mucho antes de que se hiciera pública la crisis, la empresa privada ya estaba en eso del ahorro. Una de las partidas más llamativas es el stock, o almacén, tanto el de materias primas como el de producto acabado. El almacén tiene un coste que se refleja en el balance y se trata de minimizarlo. Pero una rotura de stock, es decir, no poder atender un pedido por no tener la pieza o el producto a tiempo, puede resultar mucho más gravosa para la empresa que el coste del stock adecuado. Por tanto, se trata de efectuar los cálculos oportunos que permitan optimizar ese recurso.

¿Cómo se traduce esto a la gestión de lo público? Pongamos el ejemplo del cuidado de los montes. Se ha recortado hasta sobrepasar muchos límites, al punto de reducir drásticamente los retenes contra incendios, dejar que crezca la maleza, no mantener los cortafuegos… La situación que se ha creado en la Comunidad de Valencia con el incendio de Cortes de Pallás y Andilla, y otros, no son más que el resultado de una política errónea en este terreno, como desgraciadamente ocurrirá en más sitios si antes no se corrige. Para más inri, el pasado mes de febrero se había derogado en la comunidad valenciana la ley que impedía construir hasta transcurridos 30 años después de un incendio. Al final hay que preguntarse qué resulta más rentable, si el ahorro en actuaciones de prevención o el tener que soportar la tragedia de los incendios y sus terribles consecuencias.

Otro ejemplo es el sanitario. El cierre de determinados Puntos de Atención Continuada (PAC) en Centros de Salud o la clausura de algunas plantas en hospitales, como sucede en Castilla-La Mancha. En este asunto, resulta más dificil evaluar cuánto vale una vida por no haber llegado a tiempo en atender al enfermo. Se puede entender que se tarde en abrir por primera vez un PAC, pero una vez ya está en funcionamiento es muy difícil comprender su cierre. Sería como cerrar comisarías porque el índice de delincuencia es bajo en la zona estudiada, o el cierre de centros de bomberos porque el índice de incendios en un período es bajo. Ambos se pueden disparar en cualquier momento y a ver quién es el político que da explicaciones convincentes a la población.

En el caso de la Educación sucede como en los temas anteriores, las consecuencias del “ahorro” se ven cuando ya no hay remedio, pero el período de tiempo es mucho mayor. Las pérdidas no son solo para el individuo, sino que tienen su reflejo en toda la sociedad. “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”, dijo Pitágoras hace 2.500 años. Es mejor invertir en escuelas públicas adecuadas que en cárceles, por muy adecuadas que éstas sean.

Por tanto, desde los poderes públicos es desde donde se debe y se puede hacer lo necesario para marcar los límites, las líneas rojas no sobrepasables, para mantener la cohesión social, efectuar la adecuada inversión en presente y en futuro, así como el establecimiento de pactos de Estado en estos y en otros asuntos de importancia capital para España. No podemos permitirnos, como país, dar determinados bandazos ante un cambio de gobierno, porque salimos perdiendo todos.

Lanza de Ciudad Real, edición en papel, pág. 24. 07-07-2012.
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