domingo, 17 de abril de 2011

Telefónica, a río revuelto...

Se trata del escándalo de los últimos días. Telefónica ha batido un récord de beneficios el año pasado, con 10.000 millones (de euros, claro). Como consecuencia, hace unos días su cúpula directiva ha decidido repartir 450 millones en bonus (entre ellos, claro) y despedir a casi 6.000 trabajadores, para adaptarse a los tiempos. He aquí el escándalo. El gobierno ya ha manifestado su desacuerdo con la medida, y el principal partido de la oposición ha proclamado su desacuerdo con el gobierno, naturalmente. Todavía no he logrado entender el sentido de su disensión.

La Compañía Telefónica Nacional de España, una de las “joyas de la abuela” fue privatizada por Aznar en 1996; por cierto, con Rajoy como ministro de Administraciones Públicas de aquel gobierno. Aunque parezca que todo el mundo lo sabe, pues forma parte de la historia reciente de España, conviene recordarlo porque la memoria colectiva es frágil y de eso pretenden sacar provecho algunos.

Volviendo a los despidos de Telefónica, el común de la ciudadanía no lo entiende. Pero, ¿no es esa la forma de operar clásica del liberalismo salvaje? Entre los partidos políticos del arco parlamentario, piense el inteligente lector qué partido se encuentra más próximo a ese “modus operandi”.

Ahora que estamos en Semana Santa y tienen mayor predicamento los temas religiosos, baste recordar la doctrina social de la Iglesia en donde casi todos los Papas, por medio de las encíclicas, han dejado escrito su interés por reclamar los derechos de los trabajadores, pedir la distribución equitativa de los bienes, según las demandas del bien común y de la justicia social. También desaprueban las estructuras económicas que promueven la injusticia, y reconocen que el auténtico desarrollo no está limitado al crecimiento económico.

Y mientras tanto en Telefónica, a crisis revuelta ganancia de directivos sin escrúpulos. No sé si estará en manos del gobierno, de los agentes sociales o de los jueces, pero no se debería consentir que actuaciones así salgan adelante. Como se suele decir, eso clama al cielo. Sí a la democracia en cualquier caso, pero eso no significa que algunos se aprovechen de ella hasta llegar a prostituirla y luego encima le echen la culpa a la propia democracia.


Publicado en: http://www.dclm.es/news/120/ARTICLE/95491/2011-04-17.html

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